Revista Opinión

El juego del gallina

Publicado el 05 junio 2011 por Edu_rob
Estos días la prensa viene cargada de noticias sobre el desordenado proceso de negociación colectiva que se viene ventilando en España a través de la mesa de negociación a la que concurren, por un lado, los trabajadores, representados a través de los sindicatos, y por otro lado, las empresas, a través de sus representantes patronales. Arbitra el partido un gobierno español sin presente y sin destino.
Aunque no lo parezca, se intenta llegar a pactos que mejoren las condiciones laborales aplicables a la generalidad de los trabajadores. Que falta hace.
El principal objetivo de la reforma es debilitar los caducos macro convenios sectoriales actuales, a cambio de fortalecer micro convenios de empresa, más cercanos a los problemas que se susciten en cada organización, dotándoles así de mayor flexibilidad. En definitiva, se trata de acercar la potestad en la toma de decisiones a sus principales afectados.
Vaya por delante que, caso de aprobarse la pretendida reforma, el nuevo esquema no garantiza la reproducción del empleo por esporas, pero sí traslada la aprobación de las reglas del juego a los principales sufridores del problema, circunstancia que parece razonable.
Para que no le confundan con inútiles destellos de esperanza, les adelanto que toda negociación colectiva que aspire a la conservación real de puestos de trabajo, necesariamente ha de conducir a un único callejón sin salida, es decir, al recorte de las condiciones laborales de los trabajadores; es decir otra vez, a trabajar más y a cobrar menos.
El problema fundamental, a mi juicio, es que, o no nos quieren explicar el juego bien, o a nosotros no nos da la gana de enterarnos. Porque los hay que siguen pensando que la tarea principal de las empresas es generar empleo, como si fuera una especie de maná social decretado. Como si alguien arriesgara su dinero, su esfuerzo y su talento, en beneficio de otros que no quisieron hacerlo.
Y los equivocados no son sólo los indignados de la plataforma del 15 M; el error conceptual es general.
Porque el único cometido que da sentido a una empresa, mercantil, es organizar sus factores productivos lo mejor posible para producir bienes y servicios, por los que los consumidores estén dispuestos a pagar un precio lo suficientemente elevado como para hacer rentable esa organización. Intente montar una empresa y verá cómo estamos de acuerdo.
Y si felizmente la empresa consigue su objetivo, entonces además podrá remunerar a los factores implicados, es decir, a sus trabajadores, compensándoles el tiempo que dedican a producir esos bienes o servicios, en vez de estar de acampada 'real' en la Puerta del Sol.
Por eso, para que las empresas puedan sobrevivir, y sus trabajadores puedan trabajar, es necesario amoldarse a las peliagudas condiciones del mercado. Y no hay otra, por mucho que nos indignemos colectivamente.
Y sólo alguien que no se juegue un puesto de trabajo en el envite, como los representantes sindicales, o el Gobierno, pueden tomarse la reforma de la negociación colectiva como si fuera ‘el juego del gallina’, ya sabe, ése en el que se conduce un vehículo en sentido contrario y el primero que se desvía de la trayectoria del choque pierde y es humillado por comportarse como un gallina.
Y en esas estamos, con unos sindicatos y un Gobierno enzarzados en una escalada en la que no tienen nada que ganar, y en la que sólo el orgullo evita que se echen atrás.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas