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El juez Castro vuelve a imputar a la Infanta sólo con suposiciones

Publicado el 14 enero 2014 por Alejandropumarino

El juez Castro vuelve a imputar a la Infanta sólo con suposiciones

Tal era el titular de “La Razón” el día 8 de los corrientes siendo la única prensa de tirada nacional con un posicionamiento tan sectario en favor de la monarquía. El juez Castro demostró, desde el inicio de la instrucción del caso Nóos, una absoluta independencia tanto como un interés en que se llevase a cabo la misma de la mejor forma posible, y eso es algo que no puede criticarse. La Infanta Cristina pagó, a través de la empresa Aizoon, miles de euros destinados a las mejoras de su fastuosa casa de Pedralbes o los cumpleaños de sus hijos, y no me parece Dª Cristina, persona de reducida formación o escasas luces, para ignorar el origen de como se financiaba su vida de regalo. La monarquía merece para mi el mayor de los respetos, como institución,  pero no es una patente de corso para asegurar los gastos de una dinastía a la que se suman sobrinos, primos y demás familia, como en las esquelas, y tampoco merece contar entre sus filas con personajes de determinada catadura que no solo merman el prestigio de la misma, sino el del país entero al que pertenecen.

No sería mala idea que el matrimonio del deportista y la infanta se apartase de la Casa Real, ni tampoco que D. Juan Carlos fuese pensando en ser sustituido en su labor de representación, por un D. Felipe que cuenta con bastantes más simpatías que su padre en las encuestas a pie de calle. A lo largo de los últimos meses, los elefantes pesan tanto como las caderas fracturadas y complicadas después en el curso clínico de su evolución, y por elegante y atractiva que sea Dª Corinna, no queda bien en las portadas del papel couché aireando su especial relación con el monarca. Dª Cristina carga los cumpleaños de sus hijos a una empresa nutrida con fondos provenientes de dinero público, mientras su padre caza invitado por un jeque árabe; al país le resulta más económico lo segundo que lo primero, pero en ambos casos se incumple la regla de oro imprescindible para ambos: La mujer del César jno solo tiene que ser buena, sino parecerlo.


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