Jaume Matas, condenado a una pena de nueve meses de cárcel por tráfico de influencias que ingresó el pasado 28 de julio en el Centro Penitenciario de Segovia, a los tres meses fue puesto en libertad. Florencio de Marcos Madruga, juez de Vigilancia Penitenciaria de Valladolid, devolvió al ex presidente balear y ex ministro, Jaume Matas, al segundo grado, en lugar del tercero que le había sido concedido por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. El juez mostraba así su disconformidad con que Matas pudiera dejar la cárcel de Segovia. La Secretaría General basó la concesión del tercer grado en que Matas ya había cumplido más de la tercera parte de sus nueve meses de condena por un delito de tráfico de influencias en el primer juicio del caso Palma Arena.
Otros de los factores considerados por la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias eran que sólo está penado por esta causa, la escasa duración de la condena (nueve meses), la buena conducta observada en prisión, su presentación voluntaria en prisión para cumplir condena y la posibilidad de actividad laboral en el exterior. De hecho, el expresidente de Baleares se había dado de alta en la Seguridad Social como trabajador autónomo el 1 de septiembre, apenas 35 días después de ingresar voluntariamente en prisión. Cuatro días después escribía una carta a la Dirección en la que aseguraba que “necesitaba” retomar su actividad como economista, una de las causas por las que Instituciones Penitenciaras le concediera el segundo grado.
Ingresado en la cárcel, Matas había retomado sus actividades como licenciado en Económicas, sin ser contratado en ninguna empresa. Y, desde el Módulo de Enfermería, en el que había sido ingresado debido a una discapacidad auditiva, dijo que trabajaba por cuenta propia como autónomo. Aseguró que realizaba trabajos como consultor en un despacho situado en el número 105 de la calle Don Ramón de la Cruz del centro de Madrid. “Es mi voluntad y necesidad –señalaba en un escrito el ex presidente del Partido Popular de Balearesy ex presidente en dos ocasiones del Govern Balear– reiniciar con carácter inmediato esta actividad profesional que se centra en el campo de la consultoría y de desarrollo”. Matas hizo constar que, desde su ingreso en el Módulo de Enfermería realizaba sus labores de limpieza como el resto de internos, salía todos los días al Polideportivo a realizar actividad física y se había apuntado a un campeonato de frontenis. En cuanto a su conducta grupal, “no tiene problemas con los internos del departamento. No presenta conflictos de convivencia. Su actitud de convivencia es correcta”, señalaban los informes.
Pero el tercer grado, concedido por Instituciones Penitenciarias, que le permitía dormir todos los días entre semana en el Centro de Inserción dependiente de la cárcel de Segovia, le fue derogado. La Junta de Tratamiento de la cárcel, decidió mantenerle el segundo grado por cinco votos a tres. La resolución de la Junta de Tratamiento de la cárcel defendía que “el interno mencionado está capacitado para vivir en régimen de semilibertad” e incluso “perfectamente preparado para su ubicación total en la sociedad”. Pero, el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Valladolid, constando que no había prueba alguna de la existencia de remordimiento, revocó la concesión del tercer grado al expresidente del Gobierno balear, basándose en considerar que no había reeducación del interno y sí riesgo de ruptura de la confianza de los ciudadanos en el Estado de derecho.