Revista Cultura y Ocio
"Pero, en fin, había recibido su encargo: ganar a la ruleta de la manera que fuese. No tenía tiempo para pensar con qué fin y con cuánta rapidez era menester ganar y qué nuevas combinaciones surgían en aquella cabeza siempre entregada al cálculo. Además, en los últimos quince días habían entrado en juego nuevos factores, de los cuales aún no tenía idea. Era preciso averiguar todo ello, adentrarse en muchas cuestiones y cuanto antes mejor. Pero de momento no había tiempo. Tenía que ir a la ruleta."
La satisfacción de ir a lo seguro es la que me lleva a "los rusos". Sé que pueden ser intimidantes, pero una vez los conoces se convierten en ese amigo al que sabes puedes confiar tus secretos: si coges un libro suyo, no te van a defraudar. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El jugador.
Será en la ciudad-balneario de Ruletenburgo, y si me lo permitís, le voy a reír la gracia del nombre al señor Dostoievski, el lugar en el que conozcamos a Alexéi Ivánovich, contratado como tutor para un general ruso y su hijastra, Polina, con la que tendrá una historia de amor, y que esperan heredar una fortuna tras la muerte de su anciana tía. Sin embargo, una visita de la tía con el consiguiente descubrimiento del tipo de persona que es su sobrino, provocará que la anciana decida jugarse su fortuna en el casino.
A veces, conocer un poco la vida de un escritor, explica el sentido de alguna de sus obras. Incluso las sobrepasa. Dostoievski por ejemplo, llevó toda su vida la marca de haber tenido un padre médico, trrible, que fue asesinado y torturado por un grupo de campesinos cuando él contaba con dieciocho años. Tal era el carácter del padre, que Dostoievski se sintió culpable por haber deseado su muerte antes de que esta sucediera, y tanto le marcó, que este fue uno de los gérmenes de Crimen y Castigo. Muchos años más tarde de esta muerte, siendo ya un escritor en la cuarentena y habiendo ya conocido el exilio Siberiano, paró en Wiesbaden, donde el sonido de una ruleta, le hizo detenerse ante una mesa de juego... y ganar diez mil francos. La ganancia fácil se transforma en pérdida terrible y dostoievski, convertido en ludópata, juega sin control alguno y se arruina en Baden-Baden. Y así, arruinado, jugador, y necesitado de dinero, comienza a escribir El jugador, consciente una vez más de saber de qué hablaba en su obra ya que la tuvo que escribir en menos de un mes, como consecuencia de una apuesta con su editor, para con el dinero que percibiera por esta obra, saldar sus deudas de juego.
Decir que El jugador es una obra menor, tanto en calidad como en extensión, dentro de la producción de Dostoievski es tan cierto como injusto. Incomparable, porque no hay obra que soporte la comparación, con Crimen y Castigo, esta tiene motivos suficientes como para brillar por sí misma. Sobre todo desde la mitad del libro con la aparición de la abuela, o su parte final con la conclusión de la obra, es un deleite para cualquier lector, sea o no habitual de las letras rusas. Quizás, no voy a negarlo, resulte un poco apresurada la prosa de Fiódor en algunos momentos, pero es no quita que brille de foram casi permanente a lo largo de toda esta historia que es, como no podía ser de otro modo, mucho más que la historia de un hombre embaucado y arruinado en muchos sentidos.
Alexéi muestra en primera persona las pasiones humanas, la compulsión del juego, pero a través de esta historia también somos testigos de lo que se esconde debajo del oropel de esa alta sociedad que se agrupaba en torno a este tipo de establecimientos. No solo eso, sino que el autor consigue en muchos momentos, que percibamos el sonido de la ruleta, casi despertar en el lector las ganas de estar ahí,y quizás por eso, deja que estalle el ambiente con la irrupción de ese maravilloso personaje que es la abuela. Y lo hace cuando ya hemos sido presas de la locura de Alexéis y hemos sufrido y sudado con él sintiendo como se nos aceleraba el pulso en cada mano de juego. No es, además, la primera vez que el autor encarna la nobleza en su protagonista, para destapar el engaño y la hipocresía de esa sociedad rusa burguesa consiguiendo un retrato por el que, pese a todo, no pasa el tiempo.Como tampoco es la primera vez que tememos por uno de los protagonistas de la obra de Dostoievski y nos sorprendemos diciendo, en este caso, ¡pobre Alexéi!
Me ha gustado el jugador, me han gustado Alexéi, la abuela, la relación con Polina y me ha sorprendido ese punto cómico del que ya nos advierte el autor al poner el nombre a la ficticia ciudad en la que se encuentran sus personajes. Desde luego, no es su mejor obra, pero si que me parece una gran opción para acercarse a sus letras.
Y vosotros, ¿sois de los que os dejáis intimidar por los rusos?
Gracias.