Soldados norteamericanos vigilas las celdas de los prisioneros en la cárcel de Nuremberg
El verdugo, el sargento J. C. Woods
En la madrugada del 16 de noviembre, comenzaron las ejecuciones de los codenados a pena capital (de los 12 condenados, se ejecutó a diez ya que Göring se había suicidado ingiriendo una cápsula de cianuro pocas horas antes y Bormann no había sido detenido). El método elegido fue la horca y el verdugo encargado de llevarlas a cabo fue el sargento norteamericano Woods. El primero en subir al cadalso fue J. von Ribbentrop, luego fueron siguiendo los otros hasta el último que fue Seyss-Inquart. Las ejecuciones terminaron poco antes de las tres de la madrugada del día 16, habían durado poco más de cien minutos. Hay muchos relatos de cómo se comportaron los condenados en las horas y momentos antes y durante su ejecución, yo no voy a entrar en esos detalles un tanto morbosos para mi gusto.Los cadáveres de los diez ejecutados fueron llevados al gimansio de la prisión, a ellos unieron el de Göring. A las cuatro de la madrugada, en secreto, se cargaron camiones que les llevaron al campo de Dachau donde fueron incinerados en uno de sus hornos. Las cenizas fueron arrojadas al río Isar.
Los tres absueltos, posteriormente volvieron a ser juzgados en Alemania y condenados a trabajos forzados. Schacht fue puesto en libertad en 1948, von Papen en 1949 y Fritzche en 1950.
Los condenados a penas de prisión permanecieron en la cárcel de Nuremberg hasta que en el verano de 1947 fueron trasladados a la cárcel berlinesa de Spandau, fueron los únicos inquilinos de una penitenciaría que tenía capacidad para unos seiscientos reclusos. Para su vigilancia se turnaron mensualmente (por nacionalidad) equipos de soldados y personal soviéticos, norteamericanos, británicos y franceses.
En 1954 fue indultado y puesto en libertad C. von Neurath muy enfermo (y de edad muy avanzada). En 1955 siguieron el mismo camino, y por motivos similares, E. Raeder y W. Funk. En 1956 abandonó la prisión el almirante Doenitz por haber cumplido su condena. A, Speer y B. von Schirach cumplieron íntegamente sus condenas de 20 años y salieron en libertad en 1946. Quedó, como único inquilino de la cárcel, R. Hess que permaneció en Spandau hasta su supuesto suicidio en 1987 cuando tenía 93 años.