Revista Cultura y Ocio

El laberinto azul. Douglas Preston y Lincoln Child

Por Mientrasleo @MientrasleoS
El laberinto azul. Douglas Preston y Lincoln Child
     "La majestuosa mansión de estilo Beaus.Arts de Riverside Drive, entre las calles Ciento treinta y siete y Ciento treinta y ocho, a pesar de estar muy cuidada y en perfecto estado de conservación, parecía deshabitada. En aquella tarde tormentosa de junio no se recortaban siluetas en el mirador que daba al río Hudson, ni se filtraban resplandores amarillos en las galerías; la única luz visible era la de la entrada principal, que iluminaba la vía de acceso bajo el pórtico."
     Todos tenemos nuestros pequeños vicios, unos más confesables que otros. Incluso dentro de un vicio, muchas veces aparece otro. Ese es el caso de la literatura. Todos tenemos algún autor, saga o género que sabemos que nunca será merecedor del Nobel, pero nos gusta. Bien, pues por eso hoy traigo a mi estantería virtual, El laberinto azul.
     Cuando llaman a la puerta del agente especial del FBI Aloysius Pendergast, poco puede imaginar que se encontrará con el cadáver atado de su hijo Alban. De este modo comienza una cruzada para descubrir al asesino de su hijo, pasando si hace falta por encima del policía encargado del caso.
Pronto le queda claro que hay dos cosas que marcan la muerte de su hijo: la primera su apellido  y la segunda... ha sido ejecutado por profesionales.
     La saga Pendergast lleva mucho tiempo en mercado, de hecho a libro por año poco o nada cuesta hacer las cuentas para saber el tiempo que este dúo de escritores llevan dejándonos conocer las aventuras de tan singular agente. Y es que, lejos de buscar alguien revestido de normalidad y con un rasgo o dos característicos, Pendergast es diferente en todo. Los autores decidieron que sería singular tanto en su vida, como en su aspecto. Y eso hace que viva en lugares llamativos, su físico sea reconocible incluso con el sempiterno traje negro tan propio del FBI, pasando por sus modales, educación, acento y cuenta corriente. Así que si ahora digo que vive con una mujer de edad indeterminada llamada Constance, con la que no mantiene ningún tipo de unión sentimental ni carnal, tampoco debería de causar extrañeza.
     Cada libro, y este no es una excepción, encierra un caso, y salvo excepciones que ya vienen marcadas por los autores como trilogías, todos tienen un desenlace cerrado que permite acercarse a la saga sin haber leído los anteriores. Evidentemente, yo recomiendo empezar por el principio, porque hay personajes que se repiten a lo largo de los libros, como es el caso de un policía newyorkino y su chica.
     Los autores consiguen una vez más un libro homogéneo en el que no se nota la escritura a cuatro manos, con una historia dinámica en la que dejan unas migajas de sus protagonistas habituales para que el lector pueda ir recomponiendo su historia personal. es cierto que en las últimas entregas dejan algún dato más de los habituales, pero también lo es que si vamos uniendo todo lo que sabemos, nos queda claro que seguiremos con la intriga sobre la naturaleza de Pendergast... y también que seguiremos leyendo.
     En cuanto a la trama, esta vez es un poco más atropellada, menos elaborada de lo que nos tienen acostumbrados, pero el libro sigue manteniendo ritmo y da poco descanso entre sus páginas. Eso hace que sigan siendo una de mis opciones habituales, cuando busco puro entretenimiento o descansar entre lecturas densas.
     En definitiva, El laberinto azul es un libro francamente entretenido para pasar unas horas desconectado del mundo. Una buena opción para quien no vemos esas series de televisión policíacas.
     Y vosotros... hoy cambiamos de tercio, ¿seguís alguna serie de tv? quién sabe, lo mismo me animo.
     Gracias

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