Revista África

El laberinto de la ausencia (12): madrid me mata

Por Chemacaballero

   He rescatado el título de aquella efímera revista madrileña, icono de la movida en los años ochenta, para describir la sensación que me produce esta ciudad cada vez que tengo un par de días libres en ella.

   Llegué la semana pasada para dar unas clases en un máster en cooperación internacional en una universidad de la ciudad y ya me quedo hasta el jueves que será cuando presentemos el libro “Los hombres leopardo se están extinguiendo”     (https://www.facebook.com/event.php?eid=155505234510153). 

 Así que estoy aprovechado para ver personas y cosas, porque Madrid es increíble, está llena de vida y de oportunidades y nunca se para. Me he manifestado contra la guerra y contra el racismo, que hay que dejar clara las posiciones, aunque al salir a la calle parezca que son pocos los que las comparten. También he visto algunos de los espectáculos montados en las plazas de la ciudad con motivo del día del teatro y, finalmente, he asistido a la conferencia que ayer dio Stéphen Hessel en el Instituto francés.

   Este señor de más de noventa años, y con una vida muy apasionante, ha escrito un libro, Indignémonos, en el que en muy pocas páginas postula la insurrección pacífica ante el desprecio al débil, la insolidaridad y la exaltación al dinero que resulta del sistema económico que tememos y que condena al consumismo y también ante la actitud de los gobiernos que favorecen la crisis de valores.

   Todavía me queda una conferencia más a la que quiero asistir, “Un mundo sin fronteras” que dará Daniel Innerarity. Así que no es de extrañar que con tanta actividad esté hecho polvo. Pero he de confesar que lo que más me estresa es ir en el metro y mirar la tele que hay en los vagones: me agobia ver a Esperanza Aguirre recorriendo la Comunidad de Madrid, de punta a punta, inaugurando todo lo inaugurable. Es increíble la capacidad de bilocación de esta señora, a menos que no sean trucos de la tele. Imagino que ella no es única en su especie y todos los políticos estarán haciendo lo mismo (para eso están ¿no?), solo que en la tele del metro solo sale ella, que para eso es suya.

   Todo este estrés no me hace olvidar que en Costa de Marfil las tropas leales a Alassane Ouattara, el ganador de las elecciones y amigo personal del presidente Sarkozy, han lanzado una ofensiva bélica y ya controlan varias ciudades en el oeste y centro del país. Ha comenzado la guerra. Hace pocos días Francia y Nigeria presentaron un proyecto de resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU que pide sanciones contra Laurent Gbagbo, quien se niega a renunciar a la presidencia del país y, además es enemigo de Sarkozy. El proyecto de resolución también prohíbe el uso de armas pesadas en la capital, Abiyán (no dice nada del resto del país, como si allí no hubiera seres humanos). Sin embargo no pide la autorización para el uso de la fuerza por parte de una misión de paz de la ONU. Evidentemente Costa de Marfil no es Libia, ni el cacao y los intereses comerciales franceses se pueden comprar al petróleo. Pero los cientos de refugiados y los miles de civiles que están sufriendo a causa del conflicto son tan humanos como los libios.

   Algo parecido puede suceder en Benín, hasta ahora un ejemplo de democracia. Según la Comisión electoral, la primera vuelta de las elecciones presidenciales, celebradas hace poco, la ganó el actual presidente, Boni Yayi con el 53,13% de los votos por lo que no habría necesidad de una segunda vuelta. El opositor Adrieu Houngbedji rechaza el resultado al mismo tiempo que denuncia un masivo fraude en el norte y, por tanto, se ha autoproclamado presidente. El país está dividido entre los dos bandos y no sabemos cómo continuará la disputa.

  Por otra parte, en el norte Darfur, una misión de reconocimiento de Naciones Unidas y la Unión Africana ha encontrado muchas aldeas abandonadas. En ellas se produjeron encuentros entre los rebeldes y las tropas del gobierno sudanés a principio de mes. No se sabe donde ha huido la población.

   En Sudán del sur, a pesar del referéndum de autodeterminación, sigue habiendo incursiones de las tropas sudanesas en el territorio y causan cientos de muertos.

   Yo había iniciado el año muy optimista sobre la situación de África y la resolución pacífica de sus conflictos, pero a medida que avanza el tiempo mi optimismo se va deteriorando, casi al mismo ritmo que mi fe en la comunidad internacional.

   Quiero poner fin a este post con algo de esperanza, que es lo único que nunca falta en África. La voz más conocida de Benin es Angelique Kidjo. Famosa por la versión que hizo del clásico de Jimi Hendrix, Voodoo Child. Pero yo os dejo con algo más étnico: Agolo. Además este es un video lleno de imágenes positivas sobre el continente africano, para compensar un poco el pesimismo que me invade hoy:

 www.youtube.com/watch?v=np9Y_zVn4RA&feature=related


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