El 2 de febrero tenía que estar en Madrid. Hace casi un año que prometí a Gervasio Sánchez que lo acompañaría en la inauguración de su exposición Desaparecidos, en la Casa Encendida. Hay que verla, no hay palabras para describir tanto horror.
Durante años he tenido el privilegio de ir viendo las fotografías y materiales que Gerva recopilaba, pacientemente, para este proyecto y a pesar de eso, una vez delante a las fotos colgadas en la pared, no pude dejar de sobrecogerme. Lo que más me impactó fue la parte final del recorrido: pensaba que contemplaba más fosas y bodegas (almacenes donde se guardan los cuerpos todavía sin identificar) de Colombia o Iraq y, sin embargo, eran fotografías tomadas, en octubre de 2010, hace apenas unos meses, en la Puebla de Cazalla y la Universidad Autónoma de Madrid. Si no hubiera sido por los carteles no me habría dado cuenta de que se trataba de España. Da lo mismo el lugar, el dolor y la barbarie es la misma.
Aprovechando el paso por Madrid y la fiebre de exposiciones también me acerqué al Instituto Cervantes a ver la de Testigos del olvido. Fotografías preciosas, de situaciones detestables, realizadas por Juan Carlos Tomasi e historias de ocho grandes escritores, que reflejan el olvido y la opresión al que miles de seres humanos están sometidos.
Tanto en una como otra exposición rezuman mucho dolor: el de las víctimas, el de los familiares, el de los reporteros que se enfrentan a esas situaciones, el del espectador que no puede quedarse indiferente ante lo que ve… Dolor que debería ser una sacudida al estado de eterna felicidad, somnolencia o idiotez en el que estamos sumidos y que no nos permite ver más allá de nuestro propio egoísmo. No podemos negar que somos responsables de todo ese sufrimiento y que solo teniendo el valor de enfrentarnos a él, al sufrimiento de los otros, nos reconocemos como seres humanos y despertamos de la anestesia.
Frente a esta realidad tenemos la ficción que nuestro mundo quiere imponernos y que incluye la banalización del dolor de las víctimas y el encumbramiento de los verdugos. Nada representa mejor esa actitud que el último anuncio de Coca Cola:
Música preciosa y pegadiza, niños encantadores y un mensaje muy positivo que nos pone ante los ojos un mundo que se olvida del sufrimiento, del dolor, de la opresión y las nuevas esclavitudes, donde los mercados escriben la historia y dictan los sentimientos con el único objetivo de deshumanizarnos aún más y así controlarnos mejor.
Por cierto, el anuncio ese no dice nada sobre Coca cola. Sin embargo, si rastreas en internet se pueden encontrar informaciones como la siguiente, muy contrarias al espíritu del anuncio, que, aunque un poco antigua, puede servir de ejemplo:
Coca-Cola
El gigante multinacional que factura 20.000 millones de euros, no sólo genera impresionantes beneficios sino sobre todo una larga lista de impactos sociales, laborales y, cómo no, ambientales. Sus procesos de transformación y distribución se vinculan a enormes emisiones contaminantes, el uso de organismos genéticamente manipulados, violación de las leyes de protección del medioambiente, construcción de plantas embotelladoras en zonas de valor ecológico (como es el caso de Can Fenosa en Cataluña), contaminación de fuentes agua con desechos de sus embotelladoras, aplicación de políticas de utilización irracional del agua en el mundo y el asalto criminal a las fuentes de aguas pertenecientes a diferentes comunidades indias.
Para más inri, Coca-Cola es parte del Business Council for Sustainable Development creado en Río en el año 1992, que insiste en la autorregulación voluntaria de las empresas (estrategia apoyada por la administración Bush) para evitar que se regule mediante convenios internacionales. Además, su filial en los EEUU forma parte del US Council for International Business (USCIB), que ha dado apoyo público a la negativa de Bush de firmar el Protocolo de Kioto. Por último, Coca-Cola, que utiliza la hoja de coca para la fabricación de sus productos, apoya las políticas criminales de EEUU contra las comunidades que tradicionalmente han basado su cultura y su subsistencia en la hoja de coca, especialmente en Bolivia, Perú y Colombia (plan Colombia). Coca-Cola financió la última campaña electoral de G. Bush.
Más asuntos turbios: explotación infantil (Pakistán, año 1998), despidos improcedentes (Filipinas, año 2000), asesinato de defensores de derechos de los trabajadores (Colombia, año 2003), discriminación racial (EEUU, año 2000), corrupción institucional para obtener privilegios (EEUU, 1998-2001).
www.sindominio.net/mapas/es/mapa_es.htm#CocaCola
Yo hace tiempo empecé un boicot personal a Coca-cola y no la consumo.
Esta foto está tomada en el Restaurante Maceiras de la calle Huertas de Madrid, hace un año