Bob Dylan cumple hoy 70 años, y los cumple en un mes en el que en las plazas de tantas ciudades y pueblos huelen a revolución. Él puso la banda sonora a muchos de nuestros sueños de juventud.
Imaginábamos un mundo mejor y luchábamos para conseguirlo. Ahora, al volver la vista atrás, es como si nada hubiera cambiado. Los revolucionarios de antaño vista traje y corbata y tienen miedo a arriesgar sus seguridades. Por eso tantas veces me pregunto si vale la pena seguir luchando y esperando.
Hace poco, dando clase en una universidad, una alumna me preguntó que si las cosas están tan mal en África ¿por qué los africanos siguen teniendo hijos? ¿Qué puede llevar a una madre a dar a luz a un hijo cuando sabe que solo va a sufrir? Buena pregunta de difícil respuesta. Yo dije que la esperanza es la razón que hace que los últimos, los pobres y oprimidos, los que sobran en la sociedad, los que no cuentan, los que son ninguneados…, sigan viviendo y sigan soñando con que mañana van a ser mejor que hoy.
Es así que cuando parece que las cosas cambian a peor, que no hay salida, que los poderosos adquieren cada vez más poder…, no hay que perder la esperanza y seguir soñando. Por eso me gusta tanto este olor de primavera revolucionaria que nos invade. La acción ya es una conquista en sí misma, independientemente de los resultados:
Sigamos pidiendo lo realista, nos lo merecemos.
Mañana, 25 de mayo, se celebra el día de África. Se eligió este día del calendario para conmemorar la instauración de la Unión Africana (UA) en 1963, entonces llamada Organización para la Unidad Africana (OUA), en Addis Abeba, la capital de Etiopía. En una fecha como esta no podemos ignorar algunos datos que no, por conocidos y continuamente repetidos, dejan de revolver las entrañas: el hambre, las enfermedades, las guerras, la violencia, el expolio de las materias primas, el neocolonialismo, la corrupción, la falta de oportunidades para los jóvenes, las políticas de muerte que imponen los organismos internacionales…
Y a pesar de todo eso África es un continente preñado de esperanza, lo demuestran sus jóvenes y mujeres cada día con su deseo de seguir adelante a pesar de las dificultades y las zancadillas. Por eso vale la pena seguir luchando junto a ellos.
Termino con este tema titulado Desert Blues, de Khaira Arby, de Tombuctú, Malí, con la esperanza de que un día no muy lejano el desierto florezca: