Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno.
Analizaba hace unos días el laberinto al que se enfrentaba el votante. Estas Elecciones han exportado al país entero el laberinto en el que se debatía cada votante. Al final, frente a las urnas, ha primado un poco más el voto del temor que el de la esperanza. De este modo, Ciudadanos ha quedado claramente muy por debajo de las expectativas que se le asignaban y que ellos mismos esperaban. Y Podemos, habiendo alcanzado un excelente resultado, se queda lejos del sorpasso anhelado al PSOE. Me temo que, en las circunstancias actuales, ambos partidos emergentes han alcanzado su techo electoral. El bipartidismo sufre, pero ha resistido el embate de las nuevas fuerzas. Ha sufrido un descalabro monumental, bajando del 77% de los votos conjuntos de PP más PSOE en 2011, al 51% que obtuvieron este domingo. Pero algo más de un votante de cada dos sigue confiando en el bipartidismo tradicional como la fórmula para gobernar España. El PP ha perdido más de 60 escaños, y el PSOE otros 20 más. Y, por cierto, estas Elecciones han dejado fuera del Congreso a algunos históricos, como Duran i Lleida o Eduardo Madina. El soldado Mas, además, yace exangüe en una cuneta cualquiera, y su investidura como President ya es un tema de política-ficción de serie B. En las próximas semanas veremos los diferentes intentos para formar un gobierno estable. Un empeño que parece extremadamente complicado, dada la aritmética parlamentaria que han arrojado las urnas. En primer lugar, como fuerza más votada, Mariano Rajoy debe intentarlo. Podría conseguir la abstención de Ciudadanos, pero poco más. Tendrá en contra a la práctica totalidad del resto del Parlamento. Su empeño no puede conseguir ningún resultado. A continuación, Pedro Sánchez debería intentarlo. Para salir adelante en una primera votación, debería conseguir un pacto, al menos de investidura, que le diera la mayoría absoluta en el Parlamento. Para ello debería conseguir un acuerdo contra natura con fuerzas muy contrarias, incluyendo, por ejemplo, a ERC y a Democràcia i Llibertat (ex Convergencia). Además, de, por supuesto, el apoyo de todos los diversos aromas de Podemos. En estas condiciones imposibles, quizá podría conseguir la investidura. Pero con ello cruzaría todas las líneas rojas que se habían trazado hasta ahora en el PSOE. En una segunda votación, persiguiendo la mayoría simple, debería conseguir más votos positivos que los negativos que obtendría, con seguridad, de todos los diputados del PP. Y, para asegurar la abstención de Ciudadanos, no podría llegar a ningún tipo de acuerdo con fuerzas que preconicen un referéndum para Catalunya. Otra ecuación imposible. Si ese fuera el curso de los acontecimientos en los próximos meses, la única solución sería convocar nuevas Elecciones Generales que serían, en la práctica, como una segunda vuelta. En estas condiciones, el voto tendería sin duda a polarizarse en torno a los que tengan opción efectiva de formar Gobierno. Esto podría perjudicar a Ciudadanos y a Podemos, pero llevaría, muy probablemente, a otro escenario imposible. En el límite, imposible por diversas razones, de que todos los votantes de Ciudadanos decidieran votar al PP, y todos los de Podemos decidieran dar respaldo al PSOE, veríamos de nuevo a dos partidos en el entorno de los 160 diputados, sin posibilidad alguna de negociar pactos, incluso sólo de investidura, con otras fuerzas.Susana Díaz, Presidenta de Andalucía.
La solución, que sería muy novedosa en España, porque nunca hasta ahora se ha producido, ni siquiera ha habido escenarios electorales que la preconizaran, sería la Gran Alianza de PP y PSOE por el bien común del país. En otras palabras, sería la investidura de Rajoy con la abstención, entre otros, del propio PSOE. Un escenario imposible con Rajoy y Sánchez al frente de los dos partidos, después de los muchos insultos que se han cruzado, tanto en el Parlamento como en el Cara a Cara en la televisión. La solución podría ser la S2. Me explicaré. Consistiría en sustituir a los líderes de los dos grandes partidos por Soraya Sáenz de Santamaría en el PP y por Susana Díaz en el PSOE. Soraya puede alegar estar limpia de los episodios conocidos de corrupción. Y Susana puede exhibir sus resultados electorales en Andalucía como primera fuerza, mientras que Pedro Sánchez, en su feudo de Madrid, sólo ha alcanzado el cuarto lugar. La S2 podría escenificarse sin convocar nuevas elecciones, si los dos grandes partidos decidieran primar los intereses globales del país frente a los de su propio partido o a los de sus líderes actuales. O podría escenificarse como un cataclismo previo a unas nuevas Elecciones Generales. Si no hubiera nuevas Elecciones, el Gobierno debería ser del PP con la abstención del PSOE en la investidura, con pactos de Estado previamente negociados para muchos de los grandes temas de país que hay que afrontar en el corto plazo. Y si hubiera una segunda vuelta, habría que ver los nuevos resultados obtenidos por cada uno de ellos, para decidir quién debería liderar la formación del nuevo Gobierno. Con las votaciones del 20-D nos hemos asomado, colectivamente, al abismo del caos. Y el Caos, hermoso de contemplar en su propio desorden, no es un hábitat agradable para instalarse en él.Gerald Brenan, en Yegen (Alpujarra granadina) en 1920.
(Fotografo: Carlos Pranger. Archivo Español de
Gerald Brenan. Fuente: revistaentrelineas)