El ladrillo, elemento tradicional de origen natural y elaborado con arcilla, ha dejado de ser un material meramente constructivo para convertirse en uno de los revestimientos mas demandados en el diseño de interiores por las muchas posibilidades estéticas que presenta, así como por la calidez y textura que proporciona.
Sus variados diseños ofrecen acabados y efectos diversos, así como su presentación y formato en diferentes colores y dimensiones, capaces de adaptarse todos ellos a cualquier espacio o estilo determinado, buscando siempre el que más se adapte a la creación de ambientes concretos.
Las tonalidades terrosas cálidas son las más comunes, ya que se trata del color natural del ladrillo, así como su acabado mate. Existe la posibilidad de personalizarlos, pintándolos de forma que al mismo tiempo que cambiamos su aspecto logramos disimular las imperfecciones propias que puedan presentar estas piezas constructivas. Su textura puede variar según los innovadores diseños que encontramos hoy en día, variando estos su rugosidad.
Cada vez más frecuentemente, nos encontramos con ladrillo revistiendo paredes interiores, tabiques o zonas próximas a chimeneas, reflejando ambientes rústicos o más bien urbanitas, un material realmente versátil con el que crear estilos variopintos en función de su utilización, combinándolo con otros materiales y tendencias, cuyo factor común es la capacidad de dotar de calidez todo ambiente que se preste a su uso.
Con materiales como la madera o el vidrio coordinan a la perfección y generan ambientes dinámicos y ligeros. Es aconsejable utilizarlo en pequeñas dosis con el objetivo de no sobrecargar los espacios y es apto en todo tipo de estancias, ya que su neutralidad le permite integrarse con el resto de elementos de un conjunto.
Dentro de la sofisticación que confiere allá donde se utilice, se puede optar por combinar piezas de diferentes diseños y tamaños, jugando con su colocación y logrando un aspecto más informal pero nos por ello menos elegante. Dependiendo de la zona que se trabaje y el estilo que busquemos nos podemos encontrar un amplio abanico de atractivas posibilidades.
Se trata de un material poroso que presenta una gran resistencia, factor que le hace más interesante si cabe, ofreciendo diseño y gran calidad en un mismo producto. Añadir, que además de estas premisas, es buen aislante y relativamente económico, un material fácil de encontrar a un precio razonable.
Debido al auge que está adquiriendo se han creado plaquetas de material cerámico que imitan al ladrillo, convirtiéndose en la solución más acertada en estancias reducidas por su tamaño compacto. Además, destaca el ahorro que supone su uso, tanto en material como en mano de obra, una alternativa realmente atractiva.
Es una apuesta segura a la hora de decorar, destacando ciertas zonas o elementos de forma singular y experimentando con novedosas o tradicionales composiciones que un material tan remoto y a la vez tan moderno como es el ladrillo sea capaz de ofrecer.
Es curioso observar la evolución de este material a lo largo del tiempo, puesto que hace unas décadas lo veíamos en determinados espacios donde la pared había sido picada y nos transmitía el efecto de algo inacabado pero de gran belleza, hasta el punto de convertirse en un referente en decoración del que se ha investigado tanto en la técnica como en el diseño hasta conseguir transformarse en un tendencia.
¿Qué os parece el ladrillo como material decorativo? ¿Habéis optado por revestir alguna pared o elemento arquitectónico con estas tradicionales y novedosas piezas?
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Muchos besos!!!
Imágen: Decoratrix y Google.