Revista Cultura y Ocio
"Mientras el agua se deslizaba suavemente sobre la superficie de su cuerpo para luego escaparse sin prisa en un remolino enjabonado por el desagüe de la ducha, Henri Pinchon contemplaba desde el pequeño tragaluz del cuarto de baño, los tejados de Montmartre que libraban su último combate con las sombras de la noche.
Las campanas de Saint Jean de Montmartre lo sacaron de sus ensueños.
Las siete de la mañana, hora de volver a la realidad."
Conocí a este autor con Mapamundi, una historia escrita a ritmo de Bestseller que, de haber tenido el soporte y la publicidad adecuados, no dudo que hoy sería conocida por todos. Ya he comentado alguna vez que es un tipo de lecturas que me gusta reservar para las vacaciones, y así hice con su siguiente historia. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, El ladrón de céntimos.
Conocemos a Henri Pinchon desayunando en un café francés, poco se imagina que un accidente lo dejará en coma durante apenas unos días. Un niño en bici y una chica con prisa serán suficientes para cambiar la vida de Henri, cuyo robo maestro será descubierto por el marido de quien fuera su primer amor. Y quien sabe, tal vez lo siga siendo.
Cuando abres este libro y te cuentan la posibilidad de realizar un robo perfecto, te sorprende ver lo fácil que resulta. Las redes informáticas, los redondeos, los céntimos.. conceptos con los que vivimos cada día y que alguna vez tiramos de ellos pensando en las posibilidades que ofrecen. Christophe también las baraja y, no sólo eso, sino que nos las coloca delante explicándonos la estafa perfecta, delante del mundo y detrás de todos. Así son los genios y así es Henri, un hombre sin fisuras al que lo único que se le escapa es el destino. A partir de esta idea nos va tejiendo una trama en la que lo personal juega un papel directo, su jefe, el director, es el padre de la que fuera su primer amor y ésta está casada con quien lo sustituye... Como podéis ver es casi un enredo en el que los hilos se mantienen perfectamente diferenciados para trenzarse con las investigaciones, las sospechas y lo asesinatos. Porque también se guarda el autor un par de ases en la manga, de esos que nos hacen seguir leyendo pese a que se nos echa el tiempo encima.
La historia nos la cuenta con un lenguaje fácil, sin perderse en terminologías informáticas ni tampoco bancarias, cosa que se agradece. Y la salpica con algunos detalles de París, breves apuntes y descripciones que nos hacen rememorar escenas como si se tratara de postales. Se trata, en definitiva, de un libro concebido para hacer pasar un rato entretenido al lector con la particularidad de partir de una trama que, inicialmente, nos resulta creíble a todos, logrando así engancharnos a una historia cuyo ritmo va en aumento hasta sus últimas páginas.
Y vosotros, ¿con qué lectura comenzáis la semana?
Gracias