Revista Cultura y Ocio

El ladrón de risas – @Netbookk

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Me muevo ligeramente a la derecha porque la pierna izquierda se está quedando dormida. Aprovecho la ocasión  para colocarme la almohada y le regaló una palmada al culo, esta vez más fuerte, que lo empiezo a notar muy entusiasmado. Me responde con ese gritito en mi oreja, un empujón más fuerte y uno de sus gruñidos. Él es así, todo delicadeza…

De repente recuerdo que hace falta arreglo de cocido. El Domingo vienen mis suegros a comer. Verduras para toda la semana: un pimiento rojo, dos verdes, tres calabacines, puerros… Patatas y cebollas, una bolsa de cada.

Y entonces nos destapa. Sabe que el frío no me gusta, pero no quiero llevarle la contraria… Le queda poco, lo noto. Se le acelera la respiración… Yo podría buscar otra postura, pero si me quedo así, me aseguro el estar más cómoda y que termine antes. Sencillamente porque se cansa más. Si es que tengo que estar en todo…

Café, que no queda mucho y cereales para los niños. Los mismos y que se apañen. Galletas para mí y bizcochos para el sábado antes del partido. Ahora que pienso, el equipaje de la pequeña está para lavar…

—Sí. Sí. Sigue así, mi fiera. Más, dámelo todo… —le pido susurrando, con esa voz gutural que tanto le pone.

Alguna vez he pensado, y espero que Dios si es que existe me perdone por esto, que un sábado cualquiera, se le podría caer a cachitos una vez hubiera terminado, porque últimamente cuando se pone encima y acaba, tiene la fea costumbre de desplomarse sobre de mí, de golpe, sin tener en cuenta lo que pesa.

Detergente, ya puestos. Y abrillantador para el lavavajillas que no sé cuánto tiempo más va a aguantar… Esta viejo el pobre. Antes era capaz de soportar tres veces en un día… Y ahora, míralo, una cosa cortita y perdiendo el fuelle. Pero para mí, mejor.

Es automático. Cuando termina, cae muerto, exhausto, se desploma como un saco. Los años no pasan en balde y la situación es cómica porque su pobre colilla, en esa posición, se va haciendo pequeña y resbala lentamente, saliéndose de mí a pesar de sus esfuerzos por mantenerla dentro con algo de dignidad…

Poleo, que también falta. Y pan para los bocadillos de los niños…

Me imagino, si mi deseo se cumpliera, su cara al incorporarse comprobando la manera en la que se le cae a trocitos su posesión más preciada. Cómo va deshaciéndose al tocarla, al intentar sostenerla, igual que si fuera arena de la playa y tratara de retenerla en su mano…

—Ohhhhhhh, mi amor!!! — Grito, al notar que él ya se ha corrido, sintiendo dentro los espasmos propios de su tímida eyaculación y pienso en que ha vuelto a ver porno y hacerse pajas, como si fuera un adolescente.

El tiempo es un magnífico ladrón de risas, pienso mientras recuerdo las llamadas de él, algunos años atrás a media mañana, para decirme que no había nadie en el piso de estudiantes… En ese instante se acababan las clases y empezaba el recreo… Pero de eso ha pasado demasiado tiempo y una ingente cantidad de desilusiones entre nosotros.

—Ohhhhhhh. Ufffffff. Joder! Dios! — exclamo fuerte para que se note el entusiasmo.

Y mantequilla también, pienso ahora que, al notarle siento un poco de escozor, por si acaso nos da la locura y hacemos un “último tango en París”

—Jajajajajananaass — me río para mí misma, pensando en nosotros dos intentando repetir las posturas de la famosa escena… Patético.

—Jajajajajja — responde él, ajeno a todos estos pensamientos —Ha sido maravilloso cariño. Contigo siempre es como la primera vez — me dice, zalamero, mientras se va levantando de la cama camino del baño y me lanza un beso desde la puerta, sonriendo.

Y fruta. Que no se me olvide. ¿Plátanos que son fáciles de pelar?

Pffffff…- Al pensar en pelarlos y comerlos, tengo que aguantarme la risa. Disimulo lanzándole besos al aire, mientras veo como se levanta de la cama camino del baño, sosteniéndose su cosita con la mano para que no gotee.

..

.

—Joder, estoy mayor — piensa él al cerrar la puerta. Cada vez me cuesta más satisfacerla. Menos mal que se me ocurrió aquel truco de la alineación del partido del domingo. Repasarla mentalmente me ayuda y hace que tarde un poco más en correrme.

Al menos sus risas, la palmada al culo y esos gemidos me indican que ella se lo pasa bien, pero a mí esto de cumplir como un marido cariñoso cada semana, cada día me cuesta más. Por desgracia, ya nada es como antes…

La rutina es un implacable ladrón de risas… Piensa mirándose al espejo, antes de entrar, sólo y cabizbajo, en la ducha.

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