Es difícil innovar en el género negro, casi imposible, muy pocos autores han sabido redefinir la novela negra, reinventarla, ser originales. Si obviamos a los precursores del género, y a los clásicos, hay pocos nombres que se identifiquen con un cambio de rumbo del género.
¿Pero eso importa?
No demasiado.
Y en Michael Koryta no importa. Da igual que no venga a sacudir el panorama de género negro de este país o de cualquier otro donde se publique, da igual que se mantenga fiel a los esquemas de los clásicos, a las historias de detectives que tan bien conocemos, no importa, en serio, porque lo que hace, lo hace realmente bien.
Michel Koryta (Bloomington, Indiana) publicó su primera novela con 21 años, Esta noche digo adiós, y ganó el St Martin´s press/Private EyeWriters de América y el premio Great Lakes a la mejor novela de misterio, además fue finalista del prestigioso y respetado premio Edgar de novela negra. Y ahora Roja y Negra publica su segunda novela El lamento de las sirenas.
Y lo hace bien, lo repito, que te premien con tu primera novela y a la edad de 21 años no es cualquier cosa, además, mi s fuentes me han confesado que Koryta es el protegido de Lehane y que son muy amigos, y Lehane es bueno, ya lo creo, de los mejores, con un maestro así y el potencial que demuestra, Koryta tiene todos los números para hacer carrera en esto.
Mystery News dice de El lamento de las sirenas: ¨Digna de Raymond Chandler o (mejor quizás) de Ross Mcdonald.¨ Bueno, como siempre, las comparaciones son odiosas y esta no iba a ser menos, Chandler es Chandler y se acabó, cuanto antes entiendan esto los editores mejor, porque es irrepetible, inimitable y está muerto, así que ya vale. En cuanto a Mcdonald, no va a ser menos, en cuanto algún escritor hace reflexionar a su detective ¡zas! Clavado a Lew Archer, bueno, vale, pues no. Koryta es bueno, lo hace bien, pero tiene su propio estilo que por supuesto, nace de todos los grandes clásicos, no le comparemos, disfrutémoslo.
Y El lamento de las sirenas es una buena oportunidad para hacerlo. Koryta tiene un buen par de detectives, Lincon Perry y su compañero Joe Pritchard, ex policías de Cleveland reconvertidos en detectives privados. Perry es un tipo duro, lo echaron de la policía por darle su merecido a un famoso abogado de la ciudad y escandalizar un poco a la población, es terco, leal y honesto, contestón irremediable y tiende a poner su vida en peligro. Pritchard, por el contrario, es un tipo calmado, educado y reflexivo, salió de la policía con honores y es respetado por sus ex compañeros, es toda una leyenda y tiene infinitos contactos. Perry y Pritchard hacen una excelente pareja, aunque en esta novela toda la atención se centra en Lincon Perry y Pritchard es un complemento de calidad.
Ed Gradduk, el que fue el mejor amigo de la infancia de Perry, es acusado de asesinato y de quemar una casa para encubrir el asesinato. En cuanto Perry se entera de la acusación decide ayudar a su amigo a quedar libre de la acusación. La mala noticia es que hace ocho años que Perry no ve a Gradduk, ya que este pasó algunos de aquellos años en la cárcel, por culpa de Perry. Todo el mundo lo sabe en el barrio y todo el mundo odia a Perry por aquello y ahora él quiere ayudar a su amigo. La cosa esta fea.
Y se pone peor cuando Gradduk muere. Perry encuentra a Ed, pero este esta tan borracho que habla sin demasiado sentido y parece inmerso en un mundo que solo el comprende. Antes de morir, Ed solo consigue transmitir a su amigo que es inocente. Así, con la convicción de que su amigo no ha cometido el asesinato, Perry empieza una investigación por su cuenta a la que se suma su socio Pritchard, una investigación que desenterrara el pasado del barrio donde se criaron Perry y Ed Gradduk, una investigación que destapara las feas costumbres de aquella época de policías, abogados, políticos, delincuentes, mafiosos con aires de grandeza y desgraciados con deudas imposibles.
La novela empieza algo lenta, con calma para mi gusto, pero sobrepasada la página cien, el ritmo cambia con sutileza, la novela se agiliza y se mantiene fuerte hasta el final. Koryta escribe muy bien, con claridad, sin demasiados detalles sobre fechas y lugares, ni épocas, aunque está claro que la novela transcurre en la actualidad, sin entretenerse demasiado en descripciones, un estilo ágil, fuerte, con buenos personajes, bien definidos. La trama es redonda, no demasiado original quizás, amigo que necesita ayuda, amigo que se siente culpable lo ayuda, pero está perfectamente resuelta y hasta llegar al culpable las variables son muchas, creíbles y certeras.
Michael Koryta igual no va a revolucionar nada, aunque nunca se sabe, pero lo que es casi seguro es que se va a hacer un buen lugar en el panorama negro criminal, de este país y de cualquiera donde lo publiquen.
¿Un tío tan joven y con este currículum?
¿Qué hacéis ahí sentados?
El lamento de las sirenas
Michael Koryta
Editorial Mondadori (Roja y Negra) 2011
332 páginas