La compra compulsiva de este libro como decisión de minutos fue el mínimo homenaje que debía a Sam Savage, por los muy buenos momentos de goce lector que me había proporcionado Firmin, la maravillosa historia de la rata que habita en una vieja librería de Boston y que se alimenta, física y espiritualmente, de libros.
Sin llegar a tales extremos de disfrute, Savage pasa de la fábula a la literatura epistolar para construir -sin tanta brillantez pero con similar ternura- la caída de Andrew Whittaker, casero de profesión y escritor y editor de vocación, a través de una larga sucesión de cartas que de modo compulsivo envía a diestro y siniestro, a amigos y enemigos.
Es inevitable ver a Don Quijote. No es brillante, pero sí tierna, irónica y divertida. Hace pasar un buen rato y ....son menos de seis euros en versión Kindle.
Y a todo esto, ya han pasado once años desde Firmin, y sigo sin poder con Ulises. Así que, aunque haya mejorado levemente mi inglés, con Finnegan's wake ni lo intento.