Revista Opinión

El lamento del tigre celta (1)

Publicado el 23 noviembre 2010 por Edu_rob
Cuál es el origen del problema económico de Irlanda, cuánto nos va a costar a los vecinos comunitarios y cómo nos puede afectar especialmente a los ‘pigs’ que aún marraneamos libremente, son las tres preguntas clave para entender y postrarse humildemente ante la agonía irlandesa.
Si consigo responder ordenadamente a estas cuestiones, prometo irme a celebrarlo a un irish tavern. Con una pinta y sin una rubia.
Por partes. El problema irlandés tiene nombre de pecado, la quiebra, y dos apellidos de los de toda la vida, la burbuja inmobiliaria y el sistema financiero arruinado.
Y hasta aquí hemos llegado después de varios intentos de salvación interna, que dieron por finiquitado el sueño de dos décadas de envidiable crecimiento.
Porque, en este caso, no podemos culpar al Gobierno irlandés de inacción; allí no se negó la crisis, nunca se usaron vendas para los ojos ajenos, y el ejercicio de transparencia y reconocimiento prematuro del problema no le ha salvado de morir calcinado.
Es cierto que, en todo proceso maligno, es básico coger la enfermedad a tiempo. Pero, tan importante como un diagnóstico certero y prematuro, es atinar con las medidas de auxilio.
Y a los responsables políticos irlandeses les dio por escupir al cielo, cometiendo el inmenso error de garantizar, en el momento álgido de la crisis, a TODOS los acreedores de TODOS sus bancos, el 100% de sus ahorros. Champán para todos. Barra libre. Y que viva lo gratis.
Esta nacionalización de las pérdidas hizo que se repartiera la miseria entre buenos y malos bancos y, con ella, las entidades en problemas, pero aún viables, dejaron de serlo, al no contar ya con recursos públicos suficientes para salvarles del contagio de las instituciones ya heridas de muerte.
Y la quiebra total del sistema financiero irlandés acabó arrastrando a sus contribuyentes, a TODOS; en definitiva, al país entero. Debe ser muy reconfortante el consuelo de tontos…… de tantos, quería decir.
Algunos nos acordamos ahora de la quiebra de Lehman Brothers, acaecida en ese mismo momento, y la forma en que se dejó caer al gigante americano para que purgaran sus pecados entre sus accionistas, sus empleados y sus acreedores.
Seguramente se perdió una batalla, con la ruina de todos estos, pero se ganó una guerra, la legitimidad del conjunto del sistema y, sobre todo, el triunfo que supone ser considerado responsable de los actos tomados en nombre propio.
Las generaciones irlandesas venideras ya saben el legado que les dejan sus padres. Algo así como 50.000 euros de deuda por familia. Una señora hipoteca que no precisa de inscripción en el registro de la propiedad, porque figura grabada en el DNI electrónico de los más de 4 millones de irlandeses.
(Continuará)

Volver a la Portada de Logo Paperblog