Revista Libros
Descubrí a este autor gallego con este libro, aunque dejé su lectura a medias porque se me colaron reservas de la biblioteca, el primer libro que se me coló fue precisamente Todo es silencio del mismo autor. Esta historia aguardó pacientemente su turno en mi mesita de noche, aunque tengo que reconocer que durante el tiempo de espera fui infiel a otros libros con este lápiz que sacaba lo mejor de la persona que lo poseía.El principio del libro me aturdió un poco, me descentró y tuve que volver a empezar su lectura, y llegado al mismo punto me volví a perder de nuevo dentro de la historia, y eso se debe al distinto enfoque de narración que se produce de forma brusca y sin previo aviso.Manuel Rivas pretende contarnos la historia de Daniel la Barca un medico militante durante la guerra civil en el bando de los perdedores, un rey en el tablero de ajedrez del comunismo si no recuerdo mal, era un rojo y estaba orgulloso de serlo, un animal político que sufrió todo tipo de vejaciones y torturas por sus convicciones políticas y que dirigió a los disidentes por llamarlos de alguna forma mediante mensajes codificados. Al principio de la novela es un periodista quien se dirige a casa del doctor siendo él ya una persona mayor para adentrarse en la figura del doctor, a el le interesa la humanidad del personaje pero pronto le queda patente que el doctor sólo habla de política. Y la historia del doctor sin previo avisa pasa a contarla su verdugo. Herbal fue la sombra de Daniel da Barca todo el tiempo que estuvo encarcelado, sufrió los mismos traslados que el doctor y estuvo siempre intrigando contra su figura, a la vez que lo salvo en alguna ocasión.Estos dos personajes distintos y antagónicos están unidos por el amor que sienten hacia la misma mujer, Marisa Mallo. Herbal sentirá por da Barca una suerte de envidia, que le llevará a ser capaz de lo peor y de lo mejor hacia la persona de este médico. Herbal desgrana la historia de estos días siendo ya un hombre maduro que hace las veces de hombre de seguridad en un prostíbulo, su interlocutora es una prostituta que les escucha con devoción y le conmina a continuar con la historia. A estas alturas os estaréis preguntado que protagonismo tiene el lápiz del carpintero en esta historia, pues digamos que es el protagonista absoluto, puesto que en dicho lápiz habita el espíritu de un pintor que fue asesinado por Herbal. Es a través de este espíritu como conocemos los pasajes más bellos de este libro, porque la prosa de Manuel Rivas es de una belleza sin parangón, capaz de lo más bello y de lo más duro, esta novela no esta escrita a golpes de mar, porque el mar no interviene en ella, o lo hace poco, sin embargo si esta escrita de dos formas muy diferentes siguiendo la dicotomía que sufría el carcelero. El pintor suavizaba su odio y le hacía más humano. Las conversaciones de Herbal con el espíritu de su víctima tienen una humanidad increíble, y nos acercan a la prosa más bella, a las metáforas más bonitas. Fíjate, las lavanderas están pintando el monte, dijo ahora el difunto.Sobre los matorrales que rodeaban el faro, entre los peñascos, dos lavanderas tendían la ropa a clarear. Su lote era como el vientre de trapo de un mago, De él quitaban interminables piezas de colores que repintaban el monte. Las manos rosadas y gordezuelas seguían el dictado de los ojos del vigía, guiados a su vez por el pintor. Las lavanderas tiene las manos rosas porque de tanto fregar y fregar en la piedra del agua se les van quitando los años de la piel. Sus manos son las manos de cuando eran niñas y comenzaban a ser lavanderas.Sus brazos, añadió el pintor, son los mangos del pincel. Del color de la madera del aliso, porque también se formaban junto al río. Cuando escurren la ropa mojada, los brazos de las lavanderas se tensan como las raíces de la orilla. El monte es como un lienzo. Fíjate pintan sobre los tojos y zarzas. Las espinas son las mejores pinzas de las lavanderas. Ahí va. La larga pincelada de una sabana blanca. Dos trazos de calcetines rojos. El temblor liviano de una lencería. Extendida al clareo, cada pieza de ropa cuenta una historia. Este libro además de entretenerme y deleitarme con la forma en que esta escrito me ha servido para profundizar en la guerra civil, en sus odios y en sus secretos... he descubierto muchas cosas que antes no sabía y aunque la mayor parte de la trama pasa en Galicia, también se traslada esta al levante. Pone de manifiestos ciertos pasajes para mí interesantes y descubre curiosidades de aquellos que perdieron la guerra, pero que no se resignaron a que así fuera incluso una vez finalizada. He sentido empatía por el doctor da Barca y menos por Herbal porque es un hombre tosco y malvado, con alguna pincelada de bondad que la envidia esconde en multitud de ocasiones. Cuando la maldad se adueñó de un país, podía un lápiz de carpintero salvarlo, esta pregunta más o menos es la que plantea la sinopsis de esta novela. Pero el lápiz del carpintero, salva a da Barca de una muerte segura y redime a su verdugo... Manuel Rivas es una apuesta segura, tanto por lo que dice, como por la forma en la que lo dice, no siempre lo bonito se recreara en nuestros ojos, no tiene ningún pudor en mostrarnos la realidad tal y como fue, sin embargo no se regodea en los pasajes más negros y duros. Yo estoy segura que seguiré descubriendo este año a este gallego que me ha ganado como incondicional. Te atreves a conocer a Daniel da Barca? Su historia es la de muchos rojos que pasaron por la cárcel, aunque no todos tuvieron la suerte que él tuvo.