Ha pasado un mes. Sólo treinta días desde que compré este lápiz con goma incorporada. De esos de toda la vida pero de color negro. Si hubiese sabido todo lo que me depararía el destino por un maldito lápiz no me hubiese detenido en aquella extraña tienda. Ni hubiese entrado. No habría visto a esa mujer, arrugada y casi ciega que había recitado un extraño verso cuando me tendió el lápiz. No hubiesen desaparecido tantas personas…
Y lo más curioso es que ni necesitaba ni quería un lápiz.
Estoy a punto de acabar con esta locura.
Debo borrar mi nombre de esta hoja arrugada: ”Pepita Pérez”. Me he recreado y lo he escrito con una delicada caligrafía .Ahora, sólo tengo que pasar la goma por encima, suavemente…
Descubrí que podía hacer desparecer a cualquier persona de la que conociera su nombre. Sólo tenía que escribirlo para después, borrarlo con aquella puntita de goma que corona el lápiz. Sí, sí, de esos de toda la vida pero de color negro. El ser humano escogido, se desintegraba, dejando una desagradable estela de olor a chamuscado. Rápido y eficaz.
He perdido la cuenta de cuantos he borrado.Muchos. Demasiados e inocentes pero ahora puedo pararlo.
Debo pararlo.
Pepita Pér…
Esta es una adaptación del texto «Soul Eraser» , reducido a 200 palabras para un Certamen de Microrrelatos .