Revista Cultura y Ocio

El lector. Bernhard Schlink

Por Mientrasleo @MientrasleoS

El lector. Bernhard Schlink
     "A los quince años tuve hepatitis. La enfermedad empezó en otoño y acabó en primavera. Cuanto más fríos y oscuros se hacían los días, más débil me encontraba. Pero con el año nuevo las cosas cambiaron. El mes de febrero fue templado, hasta el punto de que mi madre se instaló la cama en balcón. Veía el cielo, el sol y las nubes, y oía a los niños jugar en el patio. Una tarde de febrero oí cantar un mirlo."
     Que el nazismo hace correr ríos de tinta literarias es un hecho consumado. Que los libros sobre libros, bibliotecas, librerías... nos hacen pasar las horas a los aficionados a la literatura, también. Cuando te topas con un título como este e intuyes el nazismo de fondo, es casi imposible resistirse o eso me pasó a mí, y por eso me llevé este libro a casa. Por su portada (ya en la parte delantera o trasera). Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, El lector.
     Michael Berg tiene 15 años, es un adolescente enfermizo a finales de los años 50. Un día, encontrándose mal, conoce a Hanna de 36 que lo ayuda y enamora y consiente en mantener una relación con él siempre y cuando, el la lea antes de cada encuentro una obra clásica, Pasado el tiempo ella desaparece y Michael no la ve hasta siete años después, mientras asiste como observador a juicios contra el Holocausto y la ve en el banquillo de los acusados. A partir de ahí y tras descubrir que ella no sabe leer, retomarán un contacto pese a seguir con sus vidas por separado que se dilatará en el tiempo.
     Esta obra, que bien puede definirse como trágica, esta dividida en tres partes para contarnos a través de todas ellas, la historia de dos personas condenadas a encontrarse. Si tuviera que definir la novela en una palabra sería la culpa. Culpa del adolescente por enamorarse de una mujer veintiún años mayor que él. Culpa de ella por no abrir unas puertas por desconocimiento, que no por fanatismo y culpa de un pueblo por su pasado. Schlink no busca que nos posicionemos a uno u otro lado, sino que nos cuenta realidades.
     En apenas doscientas páginas y con un estilo sencillo y sin vueltas de tuerca nos muestra lo que hay. Nos enseña una relación marcada por un entorno que es analizado en cada frase. Y lo hace entre fragmentos leídos de grandes clásicos que dan pie al paso de lo romántico a lo político; echa la vista atrás para contarnos la parte más cruel de la historia alemana y lo hace sin intentar conmover.
     Si la primera parte está marcada por el amor y la literatura, donde ya intuímos que algo sucede con Hanna y sus silencios, al adentrarnos en la segunda parte comenzamos a descubrir el verdadero tema del libro. Michael vive bajo una suerte de estigma que es su nacionalidad, casi avergonzado de los horrores alemanes. Y es en ese momento que descubre a su queridísima Hanna como partícipe de ellos y el mundo tiembla bajo sus pies al intentar posicionarse. Porque las cosas no siempre son blancas o negras, y opinar y comprender lo terrible de sus actos sería ir en contra de todo aquello que siempre ha defendido. No hacerlo sería casi una traición a ese gran amor.
     Siempre digo que con estos libros me cuido mucho que no caigan en el sentimentalismo barato y, precisamente por eso es por lo que hoy os recomiendo esta lectura. Un libro en el que hay libros y hay interiores, precisamente por eso me lo quedé durante un tiempo, haciendo una lectura pausada. Posiblemente el hecho de que el protagonista sea lector, aunque parezca casi anecdótico, es el punto de enganche con el "lector real de la obra" buscando así el autor un cierto toque de empatía. Lo enfrente, y al hacerlo lo hacemos junto a él, a un hecho sobrecogedor que está perfilado para que intentemos justificarlo sabiendo que es casi imposible. Por eso crea sentimientos, por eso Hanna se muestra débil, ni siquiera sabe leer, asoma al libro por primera vez para realizar una buena acción. Y pensamos, ¡qué demonios! es nuestra Hanna, y ya no levantamos la vista del libro esperando una solución mágica que nos deje a todos tranquilos. Lo cerramos y cavilamos las posibles opciones, sopesamos, nos ponemos en el lugar de un Michael que nos acompañará durante un tiempo. Por eso hoy os lo recomiendo, para que compartamos un poquito de este lector creado por un juez que no condena ni redime en su obra, simplemente relata hechos.
     Y vosotros, ¿cuando os acercáis a estos temas tiráis de sentimentalismos o preferís un buen relato que se asemeje a una crónica (se acepta un punto intermedio)?
     Gracias

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