Una colaboración de Maribel Velasco para Historia y Roma Antigua.
Nadie que visita Herculano queda indiferente ante la vista que ofrece el interior de los cobertizos de las barcas en la antigua playa. La sobrecogedora imagen de los esqueletos apiñados trasmite el sufrimiento que experimentarían aquellos hombres y mujeres, ricos y pobres, libres y esclavos, cuando les alcanzó la nube ardiente de gas y cenizas que acabó con sus vidas aquella terrible noche del 24 de octubre del 79 d.C. Es posible que tardaran en decidirse entre abandonar sus casas o quedarse, y que hasta última hora de la tarde no optaran por huir hacia el embarcadero en busca de refugio o una salida por mar.
Fue ese el momento de recoger lo necesario para pasar la noche, algo de comida y ropa de abrigo -según se desprende de los restos encontrados en el entorno de las víctimas-, pero también de salvar sus objetos más preciados, como demuestran todos los “tesoros” que han sido recuperados y que llevaban consigo los “fugitivos”. Se encontraron lucernas y jarras, los restos de un gorro de lana todavía sobre el cráneo de una víctima, un individuo en el cobertizo 5 aún sujetaba entre los dedos la llave de bronce de su casa, lo que indica que tuvo tiempo de cerrar la puerta y albergaba la esperanza de volver pronto.
Aparecieron ungüentarios de vidrio para perfumes
Exposición ‘EsplendOri’. Foto: Reppublica.it
Herramientas de trabajo, un estuche con instrumentos quirúrgicos de bronceInstrumental de cirujano encontrado en el cobertizo 12 en Herculano. Exposición ‘EsplendOri’. Foto: Reppublica.it
Una hucha de madera con la tapa corredera, quizá de un niño, con una moneda de plata y otra de bronce con la cara de Vespasiano en su interior
Foto: Parco archeologico di ErcolanoMontones de monedas contenidas en bolsas o en cestos de mimbre. En muchos casos las monedas de bronce se fundieron entre sí formando un grumo irregular.Exposición ‘EsplendOri’. Foto: Reppublica.it
También se encontraron monedas de plata y preciosos áureos
Exposición ‘EsplendOri’. Foto: Reppublica.it
Joyas de gran valor, anillos, brazaletes, colgantes, camafeos, collares, pendientes, una cadena de oro de dos metros que se ha conservado intacta
Exposición ‘EsplendOri’. Fotos: Reppublica.it
Joyero de madera encontrado en el cobertizo 12.
Así relata Giuseppe Maggi, director de las excavaciones de Herculano en los años 80, el descubrimiento de un tesoro de una de las víctimas frente al cobertizo 12. Recordemos que las excavaciones se realizaban en un terreno anegado por filtraciones de la capa freática:
«El 5 de mayo de 1983, trabajando en un nuevo grupo de esqueletos que se había descubierto, se recuperan numerosos fragmentos de hierro y madera de un cofre. Un trabajador, sumergiendo su brazo en un pequeño remolino de agua, recoge con la mano una masa multicolor de cuentas de collares, colgantes de cristal, un pececillo de ámbar. Para salvar esa milagrosa "pesca", se crean pequeños diques con todo el material que se tiene a mano para evitar que los objetos que estaban dentro del cofre sean arrastrados por el agua. Es una labor difícil que dura muchos días, pero el resultado es motivador. El cofre contenía, además de gran cantidad de monedas de bronce y plata, collares, colgantes y otros objetos preciosos o de valor sentimental, como un sistro, peinetas, alfileres de hueso y un cacillo de plata. Otros fragmentos de madera junto a una cerradura y dos pequeñas bisagras revelan la presencia de una pequeña caja para objetos de especial valor, probablemente contenida en el mismo cofre. (…) la masa heterogénea de objetos enteros o fragmentados llena una gran mesa. Esferas de cristal, discos de terracota vidriada que representan cabezas de Gorgonas con serpientes en el cabello, pajaritos, pececillos, patitos, palomas, perros y otros animales en ámbar, hueso, cristal, marfil y bronce pasan de mano en mano. Se reconstituyen cuatro espléndidos collares, pero aún quedan multitud de cuentas, colgantes, escamas de vidrio. Y numerosos objetos de fina hechura, entre ellos dos piezas de ámbar trabajado en castaño y nogal. Luego, gemas biseladas de anillos, escarabajos, un colgante de hueso que representa a dos personas abrazadas, una mano pequeña y una mano doble en un gesto de conjuro, pequeños Harpócrates de bronce. El último objeto que me envían maliciosamente para que lo identifique es un diminuto falo de ámbar con un gancho de plata».
Foto con los objetos arriba citados. Exposición "EsplendorOri" Foto República.it.
Todos estos objetos nos hablan no de los anónimos esqueletos cuyos huesos se exhiben como símbolo del horror, sino de los hombres y mujeres de diferente condición, ricos, esclavos, comerciantes y artesanos que, a pesar de los dos mil años que nos separan, tenían las mismas aspiraciones y los mismos deseos que nosotros.
Merece la pena mencionar algunos casos en concreto por las condiciones tan especiales en las que sus restos salieron a la luz, las características tan particulares que presentan o los valiosos tesoros que portaban:
El soldado
El 7 de agosto de 1982, junto a la embarcación militar de más de 9 metros que se había descubierto volcada en la antigua playa, salió a la luz el esqueleto de un hombre al que se denominó “el soldado” (E26) por la funda de una espada que conservaba intactos los colores originales y, sujeta, la empuñadura en marfil. El 3 de noviembre se recuperaron las partes de su cinturón de bronce con un puñal, además de dos cinceles, una lezna y un martillo de hierro que llevaba detrás de la espalda conglomerados en una especie de mochila, con dos anillos de bronce y una cuenta de collar de vidrio. Los restos de la armadura tienen detalles muy significativos. Junto a él también se encontraron 12 monedas de plata y 2 de oro (otras fuentes refieren 7 monedas de plata y 3 de oro), que probablemente llevaría en una bolsa de tela, con un valor total de 360 sestercios, y que correspondería al salario mensual de un pretoriano.
Cuando sobrevino la nube ardiente, cayó al suelo y murió en pocos segundos, con el rostro hundido en la arena y los brazos hacia delante, instintivamente en busca de apoyo.
El análisis de los huesos reveló que tendría unos 40-45 años y una altura de 170 cm., era fuerte, estaba bien alimentado y acostumbrado a la actividad física. Entre otras cosas, el esqueleto presenta una hernia de disco D8-D9, una clara prevalencia del lado derecho que indican movimientos repetidos y sobresfuerzo de flexo-extensión del brazo, una osteocondritis del codo derecho y entesopatía de cúbito y falanges de la mano del mismo lado, y patología del escafoides tarsiano que se relacionaría con un contacto repetido con el empeine. La cabeza del fémur parece desgastada, como en las personas acostumbradas a montar. El estado de salud se caracteriza por una serie de traumatismos importantes que ocasionaron artrosis en las articulaciones, y pérdida en vida de tres incisivos. El hecho de que no tuviera caries hace pensar que la pérdida de los dientes fue debida a un fuerte traumatismo, que le marcaría la cara con una cicatriz.
La superficie de la funda del gladius y del cinturón presenta restos de oro, lo que excluye un bajo nivel en el ejército. La armadura no especifica el cuerpo militar al que pertenece, porque no hay diferencias significativas entre los distintos atuendos de un legionario, un miembro de la armada o un pretoriano, pero se puede deducir con cierta probabilidad que la víctima no era un soldado destinado en Herculano porque, según las fuentes, no se conocen guarniciones del ejército en el área del Vesubio, excepto en momentos convulsos de la historia romana. Por otra parte, aunque la presencia de pretorianos en el siglo I está documentada en el golfo de Nápoles y también en Pompeya, siempre era para encargos particulares.
El hecho de que el hombre se encontrara junto a la embarcación militar y la riqueza de la panoplia de armas y de armadura, hace pensar que, si no se trata del almirante de la flota de Plinio el Viejo, al menos sería un oficial naval superior. Por otro lado, las herramientas de trabajo que llevaba en la mochila le identifican como un faber navalis, una figura muy conocida en los barcos militares romanos. En la práctica sería un ingeniero especializado en trabajos de carpintería, que pertenecería a la flota de Miseno y formaría parte de la expedición de salvamento que Plinio el Viejo envió para prestar ayuda a las personas que habitaban en el área del Golfo de Nápoles.
A la espera de que se completen las nuevas restauraciones de las armas, la hipótesis sigue abierta.
Los cuerpos que quedaron al aire libre presentan los esqueletos extendidos y muy ennegrecidos, signo de que fueron lanzados al suelo y rápidamente deshidratados por la violencia y el calor de la nube ardiente. Foto: Pier Paolo Petrone.
Las armas del “soldado” y cinturón de bronce. El puñal tenía una vaina de madera con dos abrazaderas recubiertas de cuero, la hoja era de hierro y la empuñadura y pomo de material orgánico, quizás marfil. La espada también estaba dotada de una vaina de madera forrada de cuero y piezas de metal plateado, incluida la punta con terminación esférica.
Herramientas que llevaba consigo el “soldado”
La señora de los anillos
Anotaciones de Giuseppe Maggi:
«El 19 de julio de 1982 se descubrió en la playa, frente al cobertizo 9, una víctima femenina en extraordinario estado de conservación. De la mano izquierda se recuperaron dos anillos de oro con piedras engastadas, uno con una esmeralda y el otro con un granate tallado. El sensacional descubrimiento fue completado el 5 de abril del año siguiente con la aparición de dos pendientes de oro y dos preciosos brazaletes, también de oro, con forma de serpientes y ojos de jaspe».
Se calcula que tendría unos 45 años, mediría 157 cm. y, según sus costosísimas joyas, pertenecería a una clase social elevada y sería muy rica. El análisis de sus densos huesos indica que estaba bien alimentada, lo que concuerda con su nivel social, y no tenía caries. A juzgar por el estado de los huesos pélvicos, dio a luz dos o tres veces.
El catálogo “I monili di Ercolano” (Lucia Amalia Scatoza, 1989) documenta que los dos anillos fueron encontrados en el mismo dedo de la mano izquierda. Sobre la moda del uso de los anillos en el mismo dedo, tenemos testimonios de autores de la época, como Marcial, Séneca y Quintiliano. Sin embargo, la fotografía tan llamativa de National Geographic publicada en 1984 no es fiel a la realidad. La explicación sería que fotografiaron las joyas de la “señora de los anillos”, junto con el esqueleto, convenientemente expuestas para darles mayor visibilidad, como en un escaparate, no para documentar la realidad de cómo fueron encontradas.
Curiosamente, circula una fotografía por internet, claramente manipulada, en la que han colocado los dos anillos juntos en el mismo hueso metacarpiano, es decir, insertados en la palma de la mano. Aunque querían ser fieles a la realidad, el resultado es ilógico.
Esta foto de “la Señora de los anillos” fue portada de National Geographic en mayo de 1984.
Según Horacio (Sat. II, 7, 8), los anillos de oro eran símbolo de alto rango social. El hecho de que la dama los llevase en la mano izquierda confirma lo que dice Plinio (Nat. hist. XXXIII, 34) sobre la costumbre de llevar los anillos en el cuarto dedo, el índice y el meñique de esa misma mano.
El granate lleva tallada un ave con sus tres polluelos, dos a un lado y uno encima. El motivo, aunque no es muy común, también aparece en anillos que se hallan en museos como Thorwaldsen de Copenhage o Le Hague de Maaskant, con una variación del número de polluelos. Fotos: Parco Archeologico di Ercolano
Los brazaletes de la “Señora de los anillos” son un delicado trabajo de orfebrería por los detalles de la piel de las serpientes finamente labrados, los ojos de jaspe y las lenguas que se anudan a modo de cierre. Son símbolos de prosperidad, fecundidad y fortuna: la serpiente es la representación del Agatodemon, el genius loci en el culto romano, el espíritu benefactor que protege y acompaña durante toda la vida.El feto de una niña (E52bis), extraordinariamente completo, se encontró el 26 de abril de 1983 en la zona abdominal de los restos de su madre. No presenta signos de combustión.
El análisis no evidencia ninguna alteración patológica. Se calcula que tendría una largura de 44,06 cm. y entre 8,5 y 9 meses de gestación.
Anotaciones de Giuseppe Maggi, 1983:
«En el vientre de una mujer con una porción de cabellos todavía presentes en su cráneo, se reconoce un feto de 7-8 meses, en la típica posición fetal (…) Cuando a la madre se le atribuye el número 52 y surge la discusión de si es correcto asignarle también un número al feto, por tratarse de una víctima “impropia”, pruebo la angustiosa sensación de que el trabajo del arqueólogo corre el riesgo de verse superado por la racional claridad del sepulturero».
El guardián del colegio de los augustales
El esqueleto de un hombre de unos 27-28 años se localizó en la década de 1960 en una celda interior del colegio de los augustales y aparecía tendido sobre la cama de madera, boca abajo. El equipo de investigación formado por antropólogos, arqueólogos, biólogos, matemáticos, bioquímicos y vulcanólogos realizó un estudio de los restos y encontraron fragmentos del cerebro vitrificado, semejantes a la obsidiana, lo que supone un descubrimiento científico excepcional que se publicó en el New England Journal of Medicine en enero de 2020. El estudio ha permitido descubrir una serie de ácidos grasos típicos del cerebro, triglicéridos y cabellos humanos, pero sobre todo siete proteínas altamente presentes en el tejido cerebral humano.
Se cree que podría tratarse del guardián del edificio que estaba consagrado al culto de Augusto, que permaneció en la habitación en su condición de custodio o que quizá no pudo huir porque estaba enfermo. A diferencia de los “fugitivos” que se concentraban en la playa, estos restos muestran un efecto de calor particularmente elevado. La muerte fue instantánea: su grasa corporal se quemó y sus tejidos blandos resultaron vaporizados, su cráneo explotó y la materia cerebral quedó vitrificada por el calor extremo.
Foto Pier Paolo Petrone.
Minúsculos fragmentos de cerebro vitrificado. Foto de Pier Paolo Petrone.
El último “fugitivo”
En 2021 se localizó, entre el fango volcánico solidificado, la última víctima (hasta el momento) que fue arrastrada hasta el mar. Las primeras investigaciones apuntan que se trata de un hombre robusto de unos 40-45 años y 1,65 metros aproximadamente. Se encontró “flotando” a unos 60 centímetros sobre el nivel del mar de la antigua playa, en posición supina con la cabeza vuelta hacia la ciudad, lo que indica que en el momento de su muerte vio cómo le alcanzaba la nube ardiente de gas y cenizas, rodeado y cubierto por materiales volcánicos y arbustos, raíces de árboles, grandes vigas de madera, fragmentos de cornisas, paneles de los tejados y quizá partes de algunas barcas arrastrados por la furia del volcán.
Foto Parco archeologico di Ercolano.
Foto Parco archeologico di Ercolano.
Los huesos presentan el característico color rojizo debido a la combustión de la hemoglobina y numerosas fracturas por los impactos de los materiales. Aún abrazaba contra su pecho una caja de madera con los objetos más preciados que pudo salvar en su huida, entre los restos de ceniza solidificada y madera mineralizada se distinguían monedas y algún anillo. Los objetos están siendo estudiados y el esqueleto se retirará y será reconstruido en 3D para colocar la copia en el lugar donde se encontró.
La noche del 3 de febrero de 1990, 230 piezas de lo que constituye “el tesoro de Herculano” fueron robadas del museo del parque arqueológico a punta de pistola y con el catálogo en la mano. Se trataba de un robo de la camorra por encargo de coleccionistas extranjeros. Gracias a la intervención del cuerpo de policía de Nápoles y en particular de Portici, el 26 de noviembre de 1991 fue posible recuperar casi completamente la colección que había sido sustraída.
Bibliografía:
•I Fuggiaschi di Ercolano. Paleobiologia delle vittime dell’eruzione vesuviana del 79 d.C. Luigi Capasso. 2001
•Appunti di storia e riflessioni a tre secoli dalla scoperta della città di Ercolano. Guiseppe Maggi. 2009
•Ercolano. Seconda revisione. Guiseppe Maggi. 2020
•I monili di Ercolano. Lucia Amalia Scatozza Höricht. 1989
•I tre giorni di Pompei. Alberto Angela. 2014
•Repubblica.it
•Parco archeologico di Ercolano: https://ercolano.beniculturali.it/
•https://herculaneum.uk/
•http://pompeiisites.org/
•https://collections.plos.org/collection/nanomaterials/
•https://napoli.repubblica.it/
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