Revista Opinión

El lenguaje, su perversión

Publicado el 17 julio 2011 por Romanas
El lenguaje, su perversión
    Claude Lévi-Strauss

Hace muchos años, cuando yo todavía era una persona normal, quiero decir que cuando la vejez no me había derrotado definitivamente y estaba lleno de magníficos proyectos, me plantee escribir un ensayo en el que trataría de demostrar que el lenguaje fue el invento del mas fuerte del grupo primitivo para someter aún más a los otros, mediante la falsedad y el engaño.Hoy, al revisar los artículos de Publico, me ha llamado la atención el de Escolar “el uso perverso del lenguaje” y, al leerlo, compruebo que Levi-Straus, el padre del estructuralismo, ya había llegado a esa misma conclusión en sus estudios de campo.Cita Escolar: “Como decía el antropólogo Claude Lévi-Strauss, “la función principal de la escritura antigua era facilitar la esclavización de otros seres humanos”. Al igual que otras tecnologías, la bendita palabra escrita se inventó como una herramienta de dominación: como un instrumento al servicio de los reyes y sacerdotes sumerios, que usaban a sus escribas para cobrar impuestos, contar esclavos, sacos de trigo y cabras, y administrar un imperio en expansión”.No parece que haya cambiado mucho la intención final del lenguaje, lo que daría toda la  razón al título que Escolar da a su artículo de hoy. Yo he rebuscado en los archivos de mi ordenador y no he hallado el texto aquel que escribí hace ya tantos años, que creo que anda por esos blocks de notas que he perdido por los innumerables cajones de este desordenado despacho y que no vale la pena buscar porque las conclusiones a las que llegué son las mismas que ya expresó Lévi-Strauss. Sólo por curiosidad transcribiré a continuación el texto que ha aparecido en el ordenador:     Tal vez, en sus orígenes, el lenguaje fue un instrumento de verdadera significación, pero pronto fue dominado por el poder y comenzó su proceso de mistificación, convirtiéndolo en el mayor instrumento de dominación.     En el mejor de los casos, el lenguaje es figurado, y, por lo tanto, un instrumento de aproximación más que de expresión, que trata de comunicar una idea pero que no lo consigue nunca.     Pero esto, claro, en cuanto al lenguaje común, al lenguaje bien intencionado, al que utilizan los inocentes, el lenguaje del hombre de la calle, que intenta realmente conseguir una perfecta expresión de lo que pensamos o de lo que sentimos, pero es que éste no es el uso corriente, general, habitual del lenguaje.     El lenguaje, en su uso mayoritario, trata siempre de ocultar la verdad.     Si intentáramos hacer una sincera y honesta estadística del contenido de verdad que hay en cada una de nuestras expresiones, quedaríamos atónitos al comprobar que hay muy poca verdad en todo lo que decimos, hay muy poca auténtica significación.     Si tomamos, por ejemplo, a ese hombre del suburbio de las grandes ciudades que se levanta a las cinco de la mañana para realizar un trabajo que aborrece a fin de mantener a una familia por la que se siente esclavizado, y anotamos todo lo que dice, comprobamos que, aun inconscientemente, no hace sino falsear la verdad, cuando desea buenos días a su mujer y a sus hijos, cuando saluda a sus vecinos, a sus compañeros de trabajo, a sus jefes.     Desde ese primer momento de su jornada, comienza a ocultar lo que piensa, lo que siente y lo hace mediante el lenguaje, que ha dejado de ser un vehículo de expresión de lo que piensa y siente, un vehículo de verdad, un vehículo de significación.     Y lo hace así no porque sea precisamente un malvado sino porque no tiene otro remedio si quiere convivir, lo hace así porque es un buen hombre que quiere conservar la paz familiar, la paz laboral, la paz social.     Un hombre lo suficientemente consciente para percibir la verdad que le rodea y lo suficientemente sincero para expresar continuamente esa verdad sería agredido por los que con él conviven y terminaría encerrado en un manicomio.     Por eso se ve obligado a utilizar un lenguaje falso que, con el tiempo ha olvidado su falsedad.

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