Somos muchos los que apreciamos la moda por su capacidad para reflejar y difundir las ideas más potentes y revolucionarias del mundo del arte. Nuestra voracidad por el consumo de imágenes ha estimulado el empleo de un llamativo lenguaje visual, al que recurren los diseñadores para mostrar la esencia de su trabajo y así materializar referentes visuales, que convierten cada creación en un crisol de mensajes e intenciones.
No en vano, la moda se ha nutrido del arte como fuente de inspiración ya desde que el genial Dalí pintara una langosta gigante sobre un vestido de Schiaparelli. El Pop Art de los ´60 revolucionó el diseño con referencias a la publicidad, al mundo del cómic y del cine. La cultura urbana y la resonancia del streetstyle llevaron a Prada a "ilustrar" su colección ss 2014 con imágenes intensas y vibrantes de la mano de artistas contemporáneos como El Mac, Gabriel Specter o Stinkfish. La plástica visual de la publicidad y del diseño gráfico impulsaría el espectacular encuentro de Yayoi Kusama y Murakami con Louis Vuitton.
Este poderoso optimismo visual que nos rodea se fundamenta en algo más que una sucesión frívola de imágenes, nos permite entender y conocer los fenómenos sociales que nos rodean...y el tiempo, solo el tiempo nos ayudará a descartar lo que es "ruido", atractivo e ingenioso, pero al fin y al cabo "ruido" carente de base expresiva o funcional.