En una extensa selva de despejadas llanuras vivía un león que era víctima de las burlas de un tigre.Una vez este tigre le robó la comida y luego se burló diciendo que él no había sido.
Esto hizo enojar mucho al león porque consideró ese hecho como una traición y desdeese día empezó a sentir ira y rencor contra el tigre.
Era tanto el resentimiento que el león sentía que cuando comía un rico filete, se acordaba del tigre, cuando daba un paseo por la selva, se acordaba del tigre, cuando se acostaba no podía dormir porque se acordaba del tigre.En su mente no podía escapar de las garras lastimeras del tigre, aunque éste estaba a cientos de kilómetros de él. El tigre al que odiaba le perseguía donde quiera que fuera.Era tanto el resentimiento que sentía el león que pensó:_ ¡Soy un amargado!Con tanta amargura el león sufría de estrés y fatiga. Ya no disfrutaba de las cosas que antes le producían placer.Un día, harto de no poder controlar sus emociones decidió ir donde un jaguar a buscar consejo. Cuando contó lo que sentía al jaguar, éste le dijo:_ El resentimiento está controlando tus pensamientos y por eso está tan amargado._ ¿Y qué debo hacer? _ preguntó el león._ Perdonar al tigre. El perdón es el único que te liberará de la amargura _ respondió el jaguar.El león pensativo y muy decidido salió en busca del tigre y lo encontró descansando patas arriba bajo la sombra de un árbol.Cuando el león se acercó al tigre, éste se asustó mucho porque pensó que el león lo iba a atacar; pero quedó sorprendido al escuchar al león decirle que lo perdonaba por el robo de la comida.Desde ese momento el león quedó libre de su amargura y pudo volver a disfrutar libremente de la belleza de la selva.Autora: María Abreu
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:31-32)