Acantilado reedita este relato corto de Joseph Roth que nos narra la vida de Nissen Piczenick, un comerciante de corales que nunca ha salido de su aldea del interior y que, por ende, nunca ha visto el mar. El conflicto se desencadena cuando otro comerciante de corales se instala en una localidad vecina y comienza a vender corales falsos y consigue hacerle la competencia.
El Leviatán parece una parábola visionaria sobre las consecuencias de la usura, parece, en realidad, una lectura visionaria de los peligros del actual sistema neoliberal dominado por las grandes finanzas. La aparición de la competencia, la presión, la lucha y la competitividad llevarán al comerciante de corales a adquirir productos falsos y venderlos como auténticos; al fraude. Se trata pues de una traición a lo auténtico, a la calidad, al comercio justo, y hasta a sí mismo; se trata pues de una ambición mal entendida.Sin embargo, hay otro elemento de gran importancia que de alguna manera actúa como símbolo y que recorre el relato hasta servir de cierre. Me refiero al mar, el lugar al que pertenecen los corales, una extensión llena de agua que, curiosamente, el vendedor Nissen jamás ha contemplado. El mar representa lo natural, lo verdadero, el entorno en el que nace y crece el coral, el lugar al que tiene que acudir el vendedor de corales, el origen como metáfora de la pureza, de un tiempo remoto en el que los seres no estaban corrompidos aún y la justicia no había que impartirla, pues pertenecía al juicio racional de las gentes.
Leviatán, de Joseph Roth. Acantilado, 2013. 72 páginas. [Traducción de Miguel Sáez]