¡Cuánta belleza se puede encerrar en una pieza breve de apenas ochenta páginas! ¡Cuánta!
Joseph Roth, uno de los grandes talentos del siglo XX, querido amigo de otro grande, Stefan Zweig, y judío que debió exiliarse a Francia, nos acerca en El Leviatán la historia de otro judío, comerciante de corales en Progrody, Rusia. (Ya os mencioné a este personaje en la reseña de 'Némesis', de Philip Roth)
Además de su honestidad, Piczernik era un hombre muy especial. Aunque nadie lo sospechaba. Amaba los corales, a los que creía dotados de vida propia, como a los hijos que nunca tuvo, sentía nostalgia del mar, se imaginaba al Leviatán en el fondo primitivo de las aguas cuidando sus corales... Pero nadie conocía sus más íntimos sueños. Vivía su pasión en secreto."En la pequeña cuidad de Progrody vivía en otro tiempo un comerciante de corales, conocido en toda la región por su honradez y la excelente y fiable calidad de sus géneros."
Una tentación llegó a su tranquila vida, de la cada vez se sentía más descontento, de la mano del marinero Komrover, al que Piczernik acompaña sin tregua en su estancia de permiso en Progrody y al que atosiga con incesantes preguntas sobre el mar, los barcos, el fondo marino, los vientos, las mareas,... Su hasta ahora escondida pasión se va revelando y adueñando de él y el comerciante, cual adicto, se entrega, se deja arrastrar. Y, siguiendo con el símil necesita cada vez más y más poder satisfacer su ansia de saber, de conocer, de ver. Sus costumbres religiosas, su vida familiar y su comportamiento en la tienda se ven resentidos. Comienza la caída de Piczernik hacia esa profundidad marina en donde se esconde el Leviatán, ese mítico monstruo marino cuidador de los corales pero también, en términos religiosos, reencarnación del propio Satanás.
Joseph Roth (1894-1939)
Pero aún se presenta otra tentación, en esta ocasión en forma de comerciante húngaro. Jenö Lakatos se asienta en Suchky, pueblo cercano a Progrody, abre una tienda y muestra ser una fuerte competencia para Piczernik. Lakatos también vende como él corales pero a un precio muy inferior al de los del comerciante judío; los corales de Lakatos no son auténticos sino hechos de celuloide. Y la tentación se vuelve codicia y, ya que la clientela se ha visto seriamente mermada, Piczernik como compensación decide mezclar los corales falsos con los corales auténticos, la pasión a la que ha entregado su vida.Piczernik ha engañado a sus clientes y se ha traicionado a sí mismo y a sus corales. Y si uno se traiciona a sí mismo, ¿qué le queda? ¿Qué le queda al una vez honesto, respetado y querido Piczernik? El Leviatán es una parábola moralizante de lectura imprescindible que nos habla, en un lenguaje sencillo, sincero, honesto- como lo fue el propio comerciante- de eso mismo, de la honestidad, y de la lealtad a uno mismo, y de la traición a los viejos valores. Joseph Roth construye un relsato de suma belleza, con un mensaje tanto o más actual hoy que ayer, que merece una lectura lenta e intensa para lograr captar todos los matices y sutilezas de esta gran historia.