Primero conocimos a August, un niño que quiere ser normal a pesar de su aspecto.
Luego a Julian, la pesadilla de August hecha carne.
Ahora llega el señor Browne, el carismático profesor de La lección de August, quien en este libro nos enseña distintos preceptos para mejorar nuestra vida.
El primero de ellos es tan simple como poderoso: cuando puedas elegir entre tener razón o ser amable, elige ser amable.
Gracias a Penguin Random House por el ejemplar.
Como saben, La lección de August se convirtió fácilmente en uno de mis libros favoritos, y este spin off no fue la excepción. Lo leí en un par de horas y me fascinó desde la página uno, haciendo que me sintiera bien con mi entorno y conmigo misma desde que lo empecé.
Esta fotito acá a mi costado *hace ademanes con las manos cual susano de Susana* es una simple muestra de lo mucho que me gustó este libro. Incluso me quedé sin post its azules (¡tuve que comprar dos cositos más!), y ahora tengo entre cinco y seis cositos y sólo uno de ellos tiene post its azules... y muy pocos.
Nos encontramos principalmente con frases que nos inspiran y nos empujan a seguir haciendo, seguir intentando. Uno se reconoce, como mínimo, en un 90% de las frases que se encuentran plasmadas a lo largo de estas 304 páginas. Muchas fueron enviadas por chicos de Estados Unidos a la autora, que eligió cada una de ellas; otras son célebres frases o proverbios que uno puede o no conocer. Lo único malo que le encontré al libro es que, si bien creí reconocer algunos de los preceptos de los compañeros de August, no estaba el de él. Aquel precepto en el que habla de la ovación de pie... no está. Y mi alma lloró internamente cuando no lo encontré.
También podemos encontrar algunas columnas al principio de cada mes en las que el señor Browne nos cuenta sobre algo en particular. Cómo nació la idea de los preceptos a sus clases, el trabajo de los padres con respecto a los hijos, reflexiones de sus alumnos (que conocimos en La lección de August) sobre algún precepto y lo que eso significa para ellos, sobre aprovechar la vida (con una graciosa anécdota de sus abuelos y el Scrabble), lo que uno deja en el otro y muchas más. Cada una de ellas me gustó y me pareció totalmente coherente. Agradezco a la autora por haber creado a un personaje como el señor Browne, que tiene los pies en la tierra y reflexiona sobre cosas que a muchos de nosotros nos interesan o importan; ¿qué papel cumple un educador en la vida de un niño, lo tenga bajo a cargo un año o tres meses? ¿Qué valores se deben inculcar a un hijo para que sea una persona de bien?
Creo que lo que nos demuestra R.J. Palacio con este libro es la confirmación de lo que nos comunicó con La lección de August: que los autores son personas normales, con preocupaciones reales, que viven la misma vida que el resto de las personas, más allá de las obvias diferencias de cada sujeto. Creo que ella también necesita un libro de los preceptos, que a veces también necesita leer alguna frase optimista para seguir. Que es posible crear personajes coherentes con el entorno, que planteen cuestionamientos reales dentro del universo del YA, que está cada vez más plagado de novelas realistas.
La diferencia con otros libros de YA, en mi opinión, es que la autora habla de otra cosa, y que La lección de August es de los libros pioneros en nuestro país en hablar de eso a adolescentes: hay otro universo además de lo que leemos constantemente. August es un personaje ficticio, pero incluso él estuvo inspirado en una persona real. No todo es leer sobre experimentar con primeras veces, con amores, con amistades que pueden ser mucho más: hay otros problemas más allá de los que nosotros vivimos... y a veces los que les generamos esos problemas a gente diferente somos nosotros.
No hay mucho que decir sobre el libro más que es perfecto. Es para abrirlo todas las mañanas antes de ir a la escuela, facultad o trabajo y leer alguno de todos los preceptos que se encuentran entre estas páginas; es un libro optimista, buena onda, que no puede faltar en la biblioteca y que es un regalo preciosísimo. A decir verdad, fue mi regalo de cumpleaños para uno de mis "señores Browne" (maestros de la vida más allá de lo que puedan enseñar), Leo Batic. Es un libro que se disfruta página a página, y que más allá de cuánto tardes en leerlo, podés levantarte cada día y abrir aleatoriamente cualquiera de sus páginas que te va a sacar una sonrisa.
No tengo mucho más para decir. Es una lectura espectacular, digna de ser leída y releída una y otra vez. Además te hace sentir parte de algo mucho más grande en el que tenés que elegir ser amable. Unite al movimiento de Auggie y sumate a Wonder, choose kind y disfrutá de una lectura contemporánea totalmente diferente.
Ambos (La lección de August y El libro de los preceptos del señor Browne) son excepcionales y una joya que vale la pena conocer. Si aún no los leíste no sé qué estás esperando. Avanti, que no te vas a arrepentir!