P(u)ateando la vida. Otro blog de Golcar
Sísifo Hernández entró en una librería y sobre un anaquel, junto a Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar y El Túnel de Sábato, medio escondido, encontró un ejemplar de su novela. Aquella primera novela publicada casi treinta años atrás.
Luego de comprobar que la traducción de Memorias de Adriano era la realizada por Julio Cortázar, se lo colocó bajo el brazo izquierdo para, con ambas manos libres, tomar su libro y ojearlo.
Se volvió a sorprender de ese primer párrafo como se sorprendió cuando lo escribió y seguía sorprendiéndose cada vez que lo leía. Era como si lo leyese por primera vez. Como si no lo hubiese escrito él.
Siempre le sucedía lo mismo cuando por casualidad se tropezaba con su obra. Leía y la historia le parecía nueva y ajena. Sísifo nunca buscaba intencionalmente encontrarse con ese libro. Él se le aparecía de repente, como un fantasma.
Continuó parado…
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