Revista Cultura y Ocio

«El liderazgo como legitimación de la duda » de Karl E. Weick (2000)

Publicado el 01 febrero 2014 por Jblor8

El mundo no es tanto una máquina como un conjunto de relaciones cambiantes. Estas relaciones son incognoscibles porque todo intento de medirlas las altera. Son además impredictibles porque unas diferencias pequeñas en las condiciones iniciales pueden producir rápidamente diferencias muy grandes en el estado futuro del sistema (McDaniel, 1997). Lo único que nos queda en un mundo in  cognoscible e impredictible es la coherencia.La combinación de inevitabilidad, desconocimiento e impredictibilidad hace de la orientación, en cualquier dirección, una cuestión básica para los seres humanos y, por derivación, para los líderes. Ser coherente es como navegar con brújula en lugar de utilizar un mapa. «Los mapas, por definición, sólo son útiles en mundos conocidos, explorados y cartografiados. Las brújulas, en cambio, son útiles cuando uno no sabe dónde está y sólo necesita un sentido general de orientación» (Hurst, 1995, pág. 168). Los mapas pueden ser el soporte del rendimiento, en tanto que la brújula y su aguja, que operan como los valores humanos, son el soporte del aprendizaje y la renovación. Si la gente se encuentra en un mundo parcialmente desconocido y los líderes admiten también su ignorancia, unos y otros podrán posiblemente conseguir movilizar recursos, no tanto para obtener resultados como para orientarse.Si tuviera que traducir este bosquejo de los problemas del liderazgo en un conjunto de contrastes, incluiría los siguientes. En la medida en que el desconocimiento y la impredictibilidad vayan convirtiéndose en las marcas distintivas más destacadas del siglo xxi, podemos esperar situaciones como éstas:—La incertidumbre no estará basada tanto en la insuficiencia de datos como de preguntas.—Habrá menos expertos y más aprendices.
—Se dará más importancia a la actualización y a la razonabilidad que a la predicción y a la precisión.—Habrá más improvisación y menos rutina.—Más humildad y menos arrogancia.
(El liderazgo como legitimación de la duda,Karl E. Weick)

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