El liderazgo es la capacidad de guiar a un equipo de personas y llevar un proyecto a buen puerto. La aventura del capitán Shackleton ha sido empleada una y otra vez como ejemplo de liderazgo, ya que fue capaz de sobrevivir a una experiencia de gestión de personas y recursos en condiciones extremas. Si no conoces su historia antártica, te recomiendo este fantástico documental. Su episodio no tiene por qué repetirse en tu aventura emprendedora, pero sí conviene pasar de la dirección al liderazgo. Porque vivimos un tiempo de incertidumbre donde no podemos prevenir qué sucederá en el medio plazo, pero sí sabemos que necesitaremos innovación y tecnología. No existe una receta de liderazgo ni se puede comprar en un curso, pero sí existen unas pautas que me animo a compartir y debatir. Son las siguientes:
Las ideas de que el jefe tiene razón o que la dirección se resume en una hoja de cálculo están obsoletas. McKinsey Quarterly acaba de publicar un estudio que demuestra que el buen liderazgo, alejado de esos modelos, es fundamental para la salud de la organización y, por tanto, uno de los ejes que asegurar el retorno de la inversión y la supervivencia de la empresa. Vivimos en un entorno que cambia de forma continua, que es digital y abierto. Por eso, necesita un nuevo liderazgo que abrace la digitalización y la globalización. Solo así podremos crear un liderazgo auténtico que haga nuestra organización viable en el medio plazo. Una acción concreta consiste en fomentar el liderazgo en distintas áreas: comercial, financiera, talento y recursos humanos, comunicación o gestión. Que cada función de tu empresa sea capaz de desarrollar alguna de las capacidades y que la comunicación entre ellas sea constante, sin jerarquías ni disfuncionalidades.
El liderazgo corresponde a las personas:
No depende de las máquinas, ni la tecnología ni el número de seguidores en Twitter. El liderazgo tiene que ser personal, un comportamiento auténtico y no automatizado. Tu habilidad puede consistir en motivar al equipo que te rodea, finalizar los proyectos o empatizar con nuevos clientes. Cualquiera de estos puntos te ayudará a completar tu trabajo. Refuerza lo que sabes hacer y crea un equipo que compense tus carencias. Apuesta ahí por la diversidad.
El liderazgo se concreta en cuatro competencias:
Según el cuadro desarrollado en el MIT, la primera competencia es la capacidad de dotar de sentido al negocio que emprendes. Consiste en tener una iniciativa, llevarla a cabo, errar y corregir el rumbo cuando procede, perseguir la mejora constante y estar dispuesto a aprender cada día. La segunda es la capacidad de tener una visión del entorno en el que se desarrolla tu actividad. No es fundamental ser un pionero, sino ser capaz de ver por dónde se avecinan los cambios y estar predispuesto a ello. El liderazgo se concreta en la lectura de libros blancos, manuales y contenidos de actualidad sobre tu sector de actividad económica, la creación de espacios dentro de la organización para que los empleados puedan participar en nuevos proyectos, en la gestión adecuada de las prioridades y la apuesta por la innovación.
La siguiente es la capacidad de relacionarse con terceros. Las personas son la única fuente de ventaja competitiva que conozco. Hacia dentro, el liderazgo se ejerce con el apoyo y la motivación a los empleados: ¿les has preguntado cómo se encuentran, qué necesitan o qué tal su familia?, ¿te has interesado por sus aficiones? o ¿has hecho algo más que una cena de Navidad? Ese entorno laboral de equipo facilita la conversación y el diálogo. Hacia fuera, tienes que ser capaz de tender puentes y tejer alianzas, hacer lobby si es necesario, identificar posibles compañías que ofrezcan servicios complementarios, crear un entorno laboral saludable y motivador, así como tener contacto con universidades, escuelas de negocios y centros de formación profesional. En todos estos espacios encontrarás personas dispuestas y preparadas para que tu negocio dé un salto adelante.
La última es la capacidad de innovación, esto es, de solucionar problemas de forma efectiva, mediante el empleo de los recursos disponibles y la búsqueda de caminos diferentes. Se concreta en la obtención de resultados sostenibles en el medio plazo, no en el incremento puntual de las ventas. El liderazgo tiene que conducir a pensar el negocio desde distintos ángulos. Un elemento clave de esta competencia es la gestión de la diversidad, sobre todo, en la captación de talento. La innovación procede de la mezcla, de la remezcla, de ideas y personas de diferente origen y visión del negocio. Promueve que tu organización contrate talento con trayectoria internacional y complementaria a tus propias experiencias. Por el contrario, huye de quienes te dan siempre la razón: eso no es liderazgo, sino soberbia.
Piensa qué competencias tienes, cuáles puedes adquirir y cuáles necesitas contratar en el mercado laboral. El liderazgo genera un entorno positivo que motiva a los empleados, permite la comunicación fluida y orienta los resultados. Por eso, es uno de nuestros retos.
Fuente: Juan Luis Manfredi. Con tu negocio.
C. Marco