Revista Empresa
En un post anterior os contaba que estábamos poniendo en marcha un estudio que nos permitiera conocer el impacto de los diferentes estilos de dirección en la implantación de culturas de conciliación en las organizaciones.
A raíz de ello, gran parte de mis lecturas “profesionales” durante estos meses están girando alrededor del liderazgo, intentando ir un poco más allá de las lecturas clásicas sobre el tema. En el último post ya os cité “El líder resonante crea más”, de Daniel Goleman, Richard Boyatzis y Annie Mckee, que desarrolla el concepto de “inteligencia emocional” en relación con el liderazgo.
Hoy quiero reseñar el libro ‘Las cualidades del líder’, del mayor experto en política exterior de Estados Unidos, Joseph Nye, que aplica al liderazgo su teoría (de los años 90) sobre el poder duro, el que se basa en la amenaza y la recompensa, y el poder blando, el que se basa en la capacidad de atracción del que ejerce el poder.
En las organizaciones, el poder duro es el equivalente de las formas autoritarias y coercitivas de liderazgo y el poder blando es el equivalente del liderazgo basado en la atracción, en inspirar y convencer a los equipos. En la sociedad actual, el liderazgo basado en el enfoque del poder duro está siendo ampliamente superado por el enfoque del poder blando.
Nye no se atreve a concluir que el tipo de liderazgo que se practica sea lo que explica el éxito o el fracaso del que lo practica. Según él, esto depende de la capacidad que tenga el líder para detectar las circunstancias en las que son necesarias desplegar sus habilidades de poder duro y aquellas en las que son necesarias sus habilidades de poder blando: teniendo en cuenta la cultura organizacional, su estructura jerárquica (o de poder), la disponibilidad de la información, las necesidades y demandas de los equipos, posibles situaciones de crisis… La clave está en la adecuada aplicación de la “inteligencia contextual”, utilizando su terminología.
Me resulta muy enriquecedora la adaptación de nuevos modelos del poder y de la política al mundo de las organizaciones y de la empresa, y considero muy atractivo trasladar al liderazgo los conceptos de “poder duro” y “poder blando”… Pero me parece que Nye se acerca demasiado a la teoría del liderazgo situacional, que propusieron en los años 60 Paul Hersey y Ken Blanchard, aunque ellos ponían el acento en el nivel de “madurez” de los colaboradores (su capacidad y voluntad para llevar a cabo las tareas).
¿Qué os parece a vosotros la propuesta de Nye? ¿También os suena, como a mí, a algo ya muy “manoseado” por los teóricos del liderazgo?