Título: El llano en llamas Autor: Juan Rulfo Editorial: El País Clásicos Siglo XXAño de publicación: 1953Páginas: 140ISBN: 848966952X
Vuelvo a Juan Rulfo después de haber descubierto a este escritor mexicano en junio con Pedro Páramo. Como ya comenté en la reseña de esta novela, aunque en general la historia me gustó, no terminó de seducirme del todo, principalmente por la constante presencia de los muertos y las almas. Algo que, como ya dije entonces, es una de las principales características del realismo mágico.
Sin embargo, con El llano en llamas me ha ocurrido todo lo contrario. Me ha atrapado desde la primera hasta la última página precisamente por la ausencia de esos espíritus y esos fantasmas. Porque, a pesar de ser los dos únicos libros que Juan Rulfo llegó a publicar, Pedro Páramo y El llano en llamas son dos obras muy diferentes. La primera es una novela dura, inescrutable a primera vista y, sin embargo, llena de sentimientos profundos que unen a los vivos con los muertos. Mientras que esta otra obra del escritor mexicano está formada por 17 relatos en los que los personajes son ante todo cercanos, próximos y reales porque, por encima de todo, son humanos.
Estos relatos cortos, fluidos, que se leen en un suspiro y que dejan con ganas de más, de mucho más, nos cuentan historias que, a pesar de haber sido escritas hace casi sesenta años, nos siguen pareciendo actuales y logran que nos sintamos identificados con los personajes y que incluso lleguemos a sentir cariño, lástima o ternura por ellos.
Unos personajes que, aunque no viven en Comala, intentan día a día sobrevivir en unas tierras igualmente áridas, inhóspitas, secas y abrasadas por el sol en las que resulta casi imposible encontrar trabajo, comida o agua. Unas tierras más parecidas al infierno que a cualquier otra cosa, de la que, cada uno a su manera, todos intentan escapar, vivos o muertos.
El llano en llamas recrea a la perfección este escenario desolador en el que, sin embargo, todavía hay sitio para los sentimientos. Como la esperanza por encontrar la forma de trabajar la tierra y seguir adelante. La sed de venganza. La desesperación al ver que una riada se ha llevado la vaca que daba sentido a la vida de una hermana pequeña a la que ahora no le quedará más remedio que seguir el camino de sus dos hermanas mayores y convertirse también en prostituta. Asesinatos a sangre fría, sin ningún tipo de remordimiento ni de culpabilidad. Asesinatos por compasión, por evitar mayores sufrimientos a un enfermo desahuciado, aunque sea un hermano y un cuñado. Miedo a morir y acabar en el infierno. Luchas crueles, fraticidas, brutales entre amigos y vecinos. Una súplica de clemencia para un condenado a muerte por un asesinato que no cometió. La impotencia al ver que un pueblo se muere porque es demasiado complicado sobrevivir en él. La incapacidad de un mando del ejército rebelde por continuar con una guerra absurda. Los sueños rotos de un joven que sólo quería salir de su país para ganar dinero y mantener a su mujer y sus hijos. Los recuerdos, las anécdotas, la historia de todo un pueblo. El odio de un padre hacia su hijo porque la soledad y la tristeza han acabado con su vida. El abuso de poder de unos gobernantes sobre un pueblo destrozado por un terremoto. Un crimen pasional. Los juicios morales obsesivos e implacables provocados por un fanatismo religioso que se niega a ver la realidad tal y como es.
De todo esto y de mucho más nos habla El llano en llamas con un lenguaje mexicano, cautivador, seductor, que nos va atrapando poco a poco, a cada palabra, a cada frase, a cada párrafo y a cada página hasta envolvernos en una atmósfera que nos hechiza como el humo que desprenden las llamas.