Uno pensaría que Martin Scorsese se ha vuelto loco o de plano tiene una crisis existencial, pero lo que a hecho a mi parecer, es una tremenda película que jamás he de olvidar.
Este tema de la bolsa de valores, hacerse rico fácil y la avaricia; es uno de los que la gente de Estados Unidos decide ignorar. No por nada la falta de publicidad, en donde si no fuera por el reconocimiento que ha recibido, esto pasaría directo al DVD. Literalmente es una crítica social, sin sermones, moralejas y sobre todo sin piedad.
Advierto que es una película extremadamente adulta y que para muchos será hasta repulsiva, inclusive llegando a provocar dolores de cabeza. Para mi es una versión moderna de “Goodfellas”, pero con agentes vendedores de acciones bursátiles. Sin tabús Scorsese no se detiene ante nada y en vez de caer en una tremenda seriedad con un drama rompe venas, decide hacer una comedia que pone a los estúpidos en “The Hangover” en vergüenza.
Uno pensaría que con tres horas de duración menguarían el animo, e increíblemente es como si se tomará cada diez minutos una de esas maravillosas pastillas. Hasta los extras parece que están vueltos locos con la energía que tiene la cinta como si no hubiera mañana.
Nunca había presenciado un Scorsese tan dinámico. Su cámara nos lleva sin limitaciones a lugares que ni creíamos posibles, siempre con tonos alegres, bien iluminados, como si viviéramos un paraíso. Hasta llegas a conocer los espacios de la claustrofóbica mansión, con todo y alberca. Su pasión es palpable en cada uno de quienes participan en su película.
Si la cinta esta basada en las memorias de Jordan Belfort, no quiero ni saber que tanto tenga verídico el libreto de Terence Winters. No puedo imaginarme un grupo de personas que tengan ese tipo de moralidad tan desbocada. Ni mucho menos la gran cantidad de diálogos que te dejan maravillado por el detalle con el que se explica su método generador de riqueza.
Pero la gran estrella es indudablemente Leonardo DiCaprio como nunca jamás me lo hubiera imaginado. Si sus papeles dramáticos no le han funcionado, ahora sabiamente apuesta a un personaje que es todo lo contrario de lo que habíamos visto de su parte. El es el alma de la cinta. Literalmente se roba cada escena en donde se encuentra y la película sufre cuando no esta en pantalla. Cada una de sus palabras me las creía toditas. Fiel a su personaje nos vende un estilo de vida en donde el está en lo correcto, y los demás somos estúpidos por no seguirlo. Y por más desgraciado que pueda ser, le llegamos a tener una gran aprecio que al final queremos lo mejor para él. Maldita sea por las nominaciones. Ya denle su merecido premio.
De Jonah Hill, que puedo decir. Esta como pez en el agua con su interpretación del ayudante desquiciado capaz de hacer todo por dinero. Lo interesante es que logra hacer de Donnie Azoff un personaje único, y hasta distinto de sus participaciones en otras películas de comedia. Es gracias a él que la película se va al extremo al brindarnos situaciones que ni DiCaprio hubiera sido capaz de hacer. Muy acertada su apuesta a trabajar por el salario mínimo, con tal de estar en una película de Scorsese.
Nunca me hubiera imaginado a DiCaprio y a Hill trabajando juntos. Ni mucho menos sus habilidades físicas que necesitaron para arrastrarse por el piso, con tal de evitar que uno de ellos siga hablando por teléfono. Decir que me moría de la risa, es poco. Hace años que una película no me generaba dolor en mi quijada. El trabajo que ambos realizan es envidiable. Si existe un deseo, es que ambos vuelva a estar juntos en otro proyecto.
El gran merito que tiene la cinta es el no caer en un pozo de depresión. Es muy cierto que el contenido llega a ser ofensivo, aún para los bajos estándares que ya existen, pero logra bajar las defensas con lo absurdo. Por cada locura que se comete en pantalla, llega otra que te hace reír a carcajadas. La danza entre drama y comedia lograr hacer de tiempo de duración algo irrelevante.
El soliloquio es una herramienta útil para expresar los pensamientos de los personajes. Últimamente se ha vuelto una constante el abuso de tal herramienta en el cine. Muchos tratan de ahorrarse tiempo con solo decir algunas palabras, en vez de crear una escena para conocer los protagonistas. En este caso lo apruebo. “El Lobo de Wall Street” es una cinta de excesos, que el que los cometa en su estructura resulta apropiado y hasta correcto. Necesitamos de esa voz interior para entender tanta locura y el porque la brújula moral es inexistente.
De lo único que puedo tener queja es de desenlace telegrafiado a inicios de la película. Es de ingenuos no conocer en donde terminará Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) y todas las consecuencias que acarrean sus actos. Hasta resulta anticlimáticos los últimos minutos con todo el embrollo burocrático de los hombres de la justicia.
Si tienen el valor, dense la oportunidad de asistir al cine para ver una de las mejores películas del año. De lo contrario, mejor váyanse a trabajar al McDonald’s.