Era un ser extraño...Su sueño gestaba una cohorte de estrellas candentes, blancas y negras; enormes soles iracundos, diminutas y moribundas doncellas; Todas ellas coreografiaban su danza impredecible y acompasada con la serenata del silencio, esa que la luna, en el escenario de su bóveda infinita, cada noche interpreta.Era un ser inmenso, casi imperceptible, invisible, inaudible, brillante, con piel de piedra...
El mundo presenciaba pues cada noche el funeral de los hombres, que ensimismados y arrastrados sin pensar, por la avalancha de sus inacabables desperdicios se alejan...Y sólo los locos supieron algunos sueños tocar, sólo los desahuciados, los invisibles, los inaudibles, los despreciados.