En todos los cuentos: las malvadas, las brujas, y aunque en realidad esconden el lugar que se le daría a las mamás de las heroínas de los cuentos de hada (pero imposible de nombrar como tales) la condición de madrastra va a estar eternamente ligada a estas características.Las madrastras estamos en el lugar ideal para que los hijastros proyecten en nosotras todos los adjetivos innombrables que les darían en muchas oportunidades a sus madres, sobre todo, y como en la gran mayoría de los casos sucede, porque la mamá colabora en esta tarea. Quizás la situación es aún más difícil cuando la madre ha muerto ya que a los muertos -y más aún a las mamás-los ponemos en un pedestal tan intocable como irreal. Las madrastras nunca poseerán las nobles virtudes de esta madre fallecida.En la actualidad, donde las familias reconstituidas son más la norma que la excepción, la habilitación (el permiso para otorgarle un lugar en los afectos) o inhabilitación de la mamá de los chicos, es fundamental. Lamentablemente la habilitación por parte de la mamá no suele estar dada, y por el contrario, los comentarios en negativo suelen ser la norma. Una muy buena ejemplificación de este tipo de situaciones esta dada por la película "Quédate a mi lado" (1998), título original "Stepmom", con Julia Roberts y Susan Sarandon. En un momento de la película el hijo más pequeño de la mamá personificada por Sarandon le dice que si ella quiere que odie a la pareja del padre, el la odiara (tras una serie de comentarios negativos por parte de esta)El lugar de las madrastras nos pone a las mujeres a prueba, a prueba de lo que somos capaces de dar sin recibir nada a cambio, o de dar sin esperar algo a cambio, es decir de que tan capaces de amar somos. Nuestra queja suele ser que nosotras damos mucho para posibilitar este vínculo y a cambio recibimos rechazo, indiferencia o bronca. Esta claro entonces que el amor que podemos dar a los hijos de nuestra pareja es absolutamente un amor condicionado a lo que recibamos a cambio. Es decir AMOR CONDICIONAL. Algunas se preguntarán, pero es posible brindar amor INCONDICIONAL a los que no son nuestros hijos??? O incluso, corresponde este tipo de afecto??? Quizás, las que tengamos hijos propios debamos preguntarnos primero, ¿brindamos amor incondicional a nuestros propios hijos? Claro que esto es difícil de evaluar sin una ayuda externa que nos permita ver nuestra forma de vincularnos en forma objetiva, y además porque nuestros hijos siempre devuelven amor, aunque la porción que reciban sea muy pequeña. Probablemente, como la mayoría de las mujeres(madres, madrastras o lo que seamos) nuestro amor este condicionado, a que el otro(hijo/hijastro, o lo que sea) sea como nosotras queremos que sea, ya sea que se porte bien, demuestre agradecimiento por lo que hacemos por él, sea bueno, o estudioso, o infinidad de "condiciones" más que sin percatarnos le ponemos al receptor de nuestro supuesto AMOR INCONDICIONAL. Lógicamente si no somos capaces de amar incondicionalmente a nuestros propios hijos, menos aún vamos a poder amar incondicionalmente a los que no son nuestros hijos! Para las que no tenemos hijos propios (y también para las que los tenemos!), la reflexión profundo sobre nuestra manera de brindar afecto al otro y lo que esperamos a cambio sea indispensable, para saber que estamos dispuestas a dar sin recibir algo equivalente a cambio. Madrastras preguntémonos: ¿que espacio (EN NUESTRA VIDA Y NUESTROS AFECTOS) estamos dispuestas a darle a los hijos de nuestra pareja?