En el 89 d.C., el emperador romano Domiciano celebró el primer ejemplo de banquete negro tras la guerra de Dacia. En él fueron invitados los senadores, que fueron entrando en una habitación totalmente negra con asientos a modo de lápidas con sus nombres inscritos. La sala estaba iluminada por lámparas funerarias y atendida por chicos pintados de negro a modo de fantasmas. Sirvieron alimentos propios de los sacrificios para los fallecidos, todos de color negros con platos del mismo color. Inseguros, los invitados temían acabar la velada degollados.
Mientras tanto, como si se tratase del propio Hades en su reino subterráneo, Domiciano solo rompía su silencio para hablar de la muerte y el asesinato. La vuelta a casa no fue más tranquila, pues iban acompañados de esclavos inusuales. Cuando parecía que no había nada que temer, la visita de un mensajero de Domiciano renovó sus temores. Los lujosos platos, las lápidas de plata y los sirvientes funestos les fueron enviados como regalos.
Domiciano fue descrito por los autores clásicos como un tirano enemistado con el senado, pero popular con el ejército y el pueblo. Esta historia contada por Dion Casio en Historias romanas es un reflejo de los sentimientos del senado. Aunque se cree que no fue tan terrible como contaban sus contemporáneos, era un hombre al que temer, ya que mató a su sobrino y exilió a su sobrina.
No obstante, el temor a la muerte también acechaba a Domiciano quien, según Suetonio en Las vidas de doce césares (Vida de Domiciano, XIV), la galería donde realizaba sus ejercicios diarios estaba cubierta de placas de fengita pulida para poder ver en el reflejo quien estaba a sus espaldas.
Según Séneca, Calígula también aterrorizó a sus comensales cuando mató a un joven e invitó a su padre a comer ese mismo día, con la amenaza de matar a su otro hijo si mostraba cualquier señal de duelo. Heliogábalo se mofaba de sus invitados ofreciéndoles comida falsa hecha de cera o mármol, mientras él disfrutaba de auténticos manjares. También sirvió a sus invitados imágenes de comida o servilletas bordada con lo que él comía. Incluso llegó a mezclar lo comestible con lo no comestible, como guisantes sazonados con pepitas de oro, arroz con perlas o judías con trozos brillantes de ámbar. Opcionalmente, incluía a leones y leopardos entre sus invitados, que no sabía que estaban domados.
Fuentes:
- JSTOR Daily
- Jane levi. (2012). Melancholy and Mourning: Black Banquets and Funerary Feasts. Gastronomica, 12(4), 96-103. doi:10.1525/gfc.2012.12.4.96
- Collins, A. (2009). THE PALACE REVOLUTION: THE ASSASSINATION OF DOMITIAN AND THE ACCESSION OF NERVA. Phoenix, 63(1/2), 73-106. Retrieved from http://www.jstor.org/stable/25651766
- D'ARMS, J. (1999). Performing Culture: Roman Spectacle and the Banquets of the Powerful. Studies in the History of Art, 56, 300-319. Retrieved from http://www.jstor.org/stable/42622247
- Mader, G. (2005). History as Carnival, or Method and Madness in the Vita Heliogabali. Classical Antiquity, 24(1), 131-172. doi:10.1525/ca.2005.24.1.131
- TRENTIN, L. (2011). DEFORMITY IN THE ROMAN IMPERIAL COURT. Greece & Rome, 58(2), 195-208. Retrieved from http://www.jstor.org/stable/41306156
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