
Lunes, lunes, lunes. . . El lunes seremos otras. El lunes nos querrán. No pararemos. Correremos por caminos de polvo y fango, saltaremos hasta tocar el techo de nuestras habitaciones, venceremos el hambre que atenaza nuestros vientres, dominaremos nuestros instintos más primarios. Seremos fuertes: nuestra voluntad será de hierro.
El lunes empezaremos una nueva vida, seremos cómo tenemos que ser y no como somos. Nos adaptaremos a la forma adecuada, meteremos a la fuerza nuestras carnes dentro del molde correcto, tiraremos a la basura lo que sobre y así tendremos éxito, un éxito seguro y definitivo.


El éxito le llegó en 2008 con “El último patriarca”: recibió el Premio Ramon Llull 2008, el Prix Ulysse a la primera novela 2009 y fue finalista del Prix Méditerranée Étranger 2009. En 2011 publica “La cazadora de cuerpos” y en 2015 “La hija extranjera” con la que logró el Premio Sant Joan de novela, el tercer galardón literario mejor dotado en catalán. En 2021 ha ganado el premio Nadal, con la novela “El lunes nos querrán”.

También ha sido la primera novela escrita en castellano (hasta ahora solo había escrito en catalán) de esta autora marroquí, Najat El Hachmi (Beni Sidel, 1979) que se vino a vivir a España (Vic, Barcelona) con ocho años de edad. Me llamó mucho la atención desde la primera buena crítica que leí de ella, fue conocer por encima su argumento y saber que la leería pronto. Y es que la cultura musulmana me atrae y me fascina en la ficción (en pelis, libros y series) tanto como me repele y me horroriza en la vida real.
La trama sin spoiler“El lunes nos querrán” es una carta, que “la hija de Muh”, una narradora de la que solo conoceremos su nombre al final de la novela (también llamada “la Mudita”), le escribe a su mejor amiga, recordando sus vivencias desde que se conocieron en el Barrio, un barrio de inmigrantes a las afueras de Barcelona donde ambas residían con sus familias a finales de los 90.Apareciste de repente en mi vida encarnando la imagen de todo lo que yo quería ser y no era. Y ahora me doy cuenta de que fuiste mucho más que una amiga. Sin ti habría perdido el juicio, me habría vuelto loca emparedada como estaba entre un ímpetu interior que me empujaba a la vida sin freno y el asfixiante entorno que pretendía negarla. Negarnos a todas la simple posibilidad de vivir.
Las circunstancias de ambas son en principio muy distintas:
-- Los padres de “la hija de Muh “son musulmanes muy estrictos con su religión y las normas, y ella vive controlada día y noche por ese machismo asfixiante inherente a esa cultura, que la ahoga por el simple hecho de ser eso, musulmana y mujer. Le cuesta entender por qué sus hermanos pequeños tienen la libertad de ir a donde quieran, cuando quieran y con quién quieran, sin tener que rendirle cuentas a nadie y porqué ella, ahora que su cuerpo ha empezado a cambiar, ahora que ya no es una niña, tiene que vivir prácticamente encarcelada salvo para ir al instituto, o a visitar a alguna amiga mora.
La decencia, siempre la decencia, esa sustancia pegajosa que me habían arrojado encima sin saber yo lo que era.
Tampoco comprende por qué no puede hablar con chicos, ni maquillarse, ni ponerse la ropa que quiere, en definitiva, hacer las cosas propias de su edad, como hacen las chicas occidentales. A ella le gusta mucho estudiar, aprender, pero sobre todo leer como método de evasión para poder vivir otras vidas y escapar de la suya.
Lo que no supe explicarte entonces es que leer, sentirme parte de un mundo que nada tenía que ver con el nuestro, tan pequeño, ponerme en la piel de la protagonista de pequeñas y grandes aventuras, me permitía ensayar cómo vivir. Todo era un simulacro, es verdad, pero me sirvió de asidero al que agarrarme para no ahogarme bajo el peso de todas las normas que nos iban imponiendo. Y era una forma de vivir sin el peligro de que la vida, la real, me desbordara.
Durante la semana escribe listas de buenos propósitos para llevarlos a cabo el lunes siguiente, propósitos para ser mejor hija, mejor musulmana, mejor amiga, una mujer más sumisa, más obediente, más joven, guapa y delgada, más lista, más decente, en definitiva, para empezar a ser lo que los demás quieren que sea, lo que se espera de ella. Pero luego, llega ese lunes perpetuo en el que todo sigue igual y vuelta a escribir listas y más listas.
El lunes volvería a ser la buena chica que fui, sin el latido constante que serpenteaba en mis carnes, sin deseo, y así, solamente así, podría ser aceptada, querida. ¿Tú también empezaste así o no te dieron tiempo a tener miedo?
-- Su amiga también sin nombre, es un par de años mayor que ella y, aunque su familia procede del mismo pueblo, goza de mayor libertad, ya que son mucho más tolerantes y abiertos. Una amiga a la que admira y en cierta forma envidia, ya que ve y siente el mundo de una forma diferente, se rebela y le incita a rebelarse, a luchar por sus principios y a no tener miedo por ser constantemente juzgadas.
Yo admiraba tu entereza, tu constancia, la capacidad impresionante que tenías de levantarte una y otra vez después de cada zancadilla. Y lo valiente que eras, la facilidad con la que tomabas decisiones arriesgadas que para mí suponían treinta mil dudas y otras tantas noches de insomnio. Durante años, lo que más me fascinó de ti era que fueras todo lo que yo había querido ser.Los puntos fuertes de la novelaLos contrastes socialesEl contraste entre la situación familiar de ambas amigas, soporta el hilo argumental de la novela, y su unión tan especial que es su fuerza, un asidero mutuo que construyen para poder hacerle frente al machismo que las rodea y que las encadena. Pero es que no es solo la situación personal de cada una contra lo que tendrán que lidiar, además chocan y volverán a chocar contra ese muro inexpugnable que es la exclusión social, la precariedad laboral y las continuas trabas y obstáculos a la hora de buscar y encontrar un trabajo que les permita vivir con dignidad.
Nosotras éramos una nueva especie de hembras, nacidas y criadas en países que tenían la exótica costumbre de dejar que las mujeres adultas hicieran lo que les diera la gana, a diferencia de lo que pasaba en el país de nuestros padres. Fingíamos no darnos cuenta, pero sobre nosotras pesaba una sospecha constante: si no nos ataban corto, no habría forma de enderezarnos y devolvernos al camino recto. Por eso el redoble constante se nos metió tan adentro.
Dos rebeldes luchando con causaLa lucha extenuante de dos rebeldes que no aceptan lo que les imponen, lucha que irá minando la poca autoestima que puedan tener y les va robando la esperanza: las protagonistas quieren vivir como las mujeres occidentales, quieren ser cultas, vestirse a la moda, y desean poder desligarse a toda costa de la sumisión que sufren sus madres, desean ser libres, aunque esa ansiada libertad suponga un precio demasiado elevado a pagar, tanto física como mentalmente, porque nada en esta vida es gratis.
Pero era demasiado pronto para verlo, íbamos a necesitar una vida entera, muchas decepciones, muchas penalidades, trabajos y días, caer y volver a levantarnos mil veces. Y que los corsés que nos oprimían casi nos mataran para que finalmente decidiéramos rasgarlos y así recuperar un enorme aliento de vida.¿Porqué es tan complicado que me acepten como soy?Les cuesta entenderlo, porque ellas solo quieren levantar los velos, rasgar los corsés opresores, derribar los barrotes del encierro, tan solo necesitan que las quieran como son.
Lo único que queríamos era ser amadas. Tal como éramos, sin más. Sin tener que recortarnos ni adaptarnos ni someternos. Ni tapadas ni hambrientas ni perforadas por mil agujas ni embadurnadas de cremas ni embutidas en telas. Solo con nuestros cuerpos, que somos nosotras, con nuestro carácter, que también somos nosotras, con nuestros pensamientos y nuestras emociones y nuestras heridas, las cicatrizadas y las abiertas. Nada más.Dos mujeres sin nombre, dos mujeres invisiblesLa autora nos cuenta, que cuando era pequeña, en Nador, los hombres fuera de casa no decían nunca el nombre de las mujeres, era otra manera de invisibilizarlas. Cuando el nombre de una mujer estaba en boca de todo el mundo, es que no era bueno. La escritora dice (en esta entrevista), que obviar los nombres de las dos protagonistas, no ha sido una elección muy consciente, sino la manifestación de ese trasfondo lejano que vivió en su pueblo.
No digo tu nombre y cambio muchos de tus rasgos para que nuestros conocidos no puedan identificarte, pero aun así no sé si puedo escribir sobre los años en los que nos hicimos compañía, los años en los que fuimos la una para la otra, que nos tuvimos como único asidero. Hay razones de peso que me llevan a escribir sobre nosotras.Una forma narrativa peculiarEscrita en segunda persona, a modo de epístola, nada habitual. Con un lenguaje sencillo, que no simple y una prosa envolvente, delicada y un ritmo ágil, la autora consigue transmitirnos la sensación de tristeza, decepción y rabia que sienten ellas, consigue que empaticemos completamente con ambas amigas. Yo, que me declaro feminista convencida, personalmente me he sentido impotente ante tanto machismo, no puedo con ello, es superior a mí.
La cuestión era ser como era debido, no como éramos. ¿Te imaginas que hubiéramos defendido lo que éramos? ¿Qué de nuestras gargantas hubiera salido: así soy y así seré? Válida tal cual soy, validada por mí misma y por mi amor propio. ¿Te imaginas que pudiéramos volver atrás para disfrutar de nuestra juventud sin las mil trabas que nos impusieron y las otras mil que nos inventamos nosotras mismas?
Salir de una cárcel para meterse en otra aún peorEllas creían haber encontrado al amor verdadero y al principio eso parecía. Porque Yamal y Saíd les prometieron ser “menos musulmanes”, más permisivos, más liberales, pero fue casarse y ahí se quedaron las promesas, en el olvido. Sus respectivos maridos, están cortados por el mismo patrón y al final son como todos. Ellas no tienen claro si son como son, por ser moros, por ser hombres, o quizás por ambas cosas.
Él y Saíd. Hombres que no daban problemas, que no habían pasado por prisión. No se drogaban, no salían de fiesta, no perseguían a las chicas por la calle, no vendían ni robaban, no se peleaban con los que no eran moros. Y no querían controlarnos ni someternos. Esta era la gran novedad, y por eso nos ilusionamos tanto, porque nosotras éramos mujeres nuevas que veíamos nacer a hombres nuevos.Resumiendo: “El lunes nos querrán” es una preciosa historia de amistad entre dos adolescentes musulmanas valientes, que comparten la misma realidad y mismos deseos de salirse del camino para intentar ser libres. Por desgracia una historia de total actualidad, que además del machismo en la cultura musulmana, toca temas como los trastornos alimentarios que sufren algunas mujeres por la presión social y los arquetipos ideales de belleza que la sociedad impone en la actualidad. Una obra de corte feminista muy bien escrita, que recomiendo con fervor.
Servir y obedecer no era amar; dominar y someter, tampoco.
“El lunes nos querrán” me ha gustado mucho, la he disfrutado mucho, aunque también a veces me haya atenazado la impotencia, porque en todo momento he sentido la vida de estas mujeres como una carrera a la vez de fondo y de obstáculos, insalvables, como un empeño incesante y valiente por conseguir ser queridas el lunes, el próximo lunes.
Mi nota es la máxima:
