Revista Comunicación

El Macondo de un general colombiano

Por Jalonso

Juan Alonso

La idea de la seguridad pública desde las grandes empresas mediáticas con intereses bancarios y multisectoriales está centralizada en el control del subconsciente en base a la administración del miedo.

Freud hablaba de “susto” cuando el sujeto entra en contacto con “la cosa” y distinguía el miedo de la angustia.

Para Lacan, el miedo está ligado al deseo y al “síntoma tipo de todo acontecimiento de lo real”. O sea que la íntima noción de “lo real” puede despertar el síntoma de la angustia.

La mente del hombre suele desencajarse cuando pierde contacto con la convicción de lo real. Porque del otro lado solo puede prevalecer la nada. Y la nada es el vacío.

Algo que habitualmente vemos impreso en ciertos diarios dominantes y en la deflagración sistemática del discurso televisivo. No hay mayor regulador del orden y del control social, que la administración de miedo. Miedo a ser asaltado, a perder los ahorros, de comprar dólares, irnos de vacaciones, salir a la calle, controlar los precios, miedo al lavarropas.

Pareciera que quieren una sociedad de ovejas sentadas frente a la pantalla, mascando el discurso expulsado por un grupo de neandertales de la industria del entretenimiento.

Veamos un caso emblemático de cómo el sistema busca la dominación en base a la mentira.

El diario español, El País, publica en la edición de ayer una entrevista extensa al general colombiano Oscar Naranjo. ¿El tema? Las autodefensas de Michoacán, en México, donde los grupos paramilitares han logrado llegar a un extraño armisticio con el Estado. Y Naranjo -de un pasado dudoso al frente de la Policía Antinarcóticos de Cali, denunciado por detenciones y ejecuciones de campesinos y militantes, además de tener fuertes lazos con la DEA y con el asesinado líder paramilitar Miguel Arroyave – pronuncia una metralla de conceptos.

“Señalé que en México la gente podría armarse frente la indefensión”, dice en el artículo. “Si yo tuviera hoy que decirle al mundo cuál es la lección aprendida en Colombia –aventura Naranjo con jactancia-, sería lo siguiente: es verdad que logramos someter a la ley a los capos del narcotráfico, pero es verdad que nos demoramos demasiados años en entender que los capos se regeneraban porque no atacábamos la economía criminal que quedaba ahí, todavía con posibilidad de crear incentivos perversos a los delincuentes. Creo que una política pública tiene que avizorar de qué manera la dinámica de transformación de las economías criminales muta a veces de forma invisible; diría que México empieza a ser un poco víctima de su éxito contra el narcotráfico y esa reducción de la capacidad narcotraficante en términos económicos está haciendo girar esa economía a otras economías criminales de extorsión, secuestro y tráfico de personas”.

Naranjo da como seguro lo que en la práctica es un fracaso del Estado colombiano. Es inexacto que hayan ganado la batalla contra los cárteles narcos porque todo su sistema político está impregnado por décadas de corrupción del dinero del contrabando primero y del narcotráfico después. Y porque fue el mismo Estado colombiano, quien formó alianzas con los paramilitares, quienes pasaron a controlar y usufructuar las rutas de los cárteles de la droga de Cali y Medellín, tras la caída de los hermanos Rodríguez Orejuela y del tan aborrecido como admirado Pablo Emilio Escobar Gaviria.

Además, el general Naranjo olvida que Colombia ostenta una tasa alarmante de homicidios per cápita: 34 cada 100.000 habitantes, sólo superado por El Salvador y Honduras, que poseen un índice de 64.5 y 77.5, respectivamente, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

La Argentina, por cierto, está muy lejos de esas cifras. La violencia narco aquí radica en el control del territorio. Ya lo hemos dicho en otras notas: si la Política no ocupa los lugares vacantes, los ocupa el poder corruptor de los clanes provinciales narcos, como sucede en Rosario y más recientemente en Córdoba. Dos ejemplos donde los chicos sin futuro posible prefieren tomar una Uzi y salir a matar por mando de otros. Y donde la Policía no sólo es cómplice sino que regula el delito por aquello del miedo. Un círculo vicioso.

Sin embargo, aquí la mayoría de los homicidios se producen por disputas intrafamiliares o a manos de  conocidos. En Colombia, el 81% de las víctimas fueron ejecutadas con armas de fuego. Lo que significa que la sociedad está armada. Pues bien, ¿cómo es que México contacta a un general colombiano para que lo asesore en materia de autodefensas y éste es entrevistado como una gloria por El País?

Así funciona el marketing del miedo.

Otro dato: toda la cocaína que ingresa a EE UU proviene de México. Allí los cárteles formaron su ley y su estado propios a base del terror. Decapitan a los grupos rivales y los dejan a la vera pública.

Si bien ayer, el comisionado de Michoacán Alfredo Castillo inició la recolección de expedientes de las autodefensas, todavía faltaba convenir la entrega total de las armas y las municiones. Prevalece una insurgencia morigerada por la mediación estatal.

Pese a ello, Naranjo no sólo se mostró optimista con el proceso en marcha, sino que abundó en una idea muy parecida al sincericidio: “He dicho que México y Colombia tienen historias muy distintas, probablemente lo único en común que tienen México y Colombia es que el crimen ha desatado una ola de violencia que ha dejado muchas víctimas”.

EN NORDELTA NO PASA

Hace tres meses, en octubre de 2013, el general Naranjo cuyo segundo apellido es Trujillo, visitó la comuna bonaerense de Tigre y se entrevistó con el intendente Sergio Massa. El massismo lo presentó como “asesor en materia de seguridad”. ¿Cómo llegó el antiguo jefe de la Policía Nacional de Colombia a Tigre? Es posible que por el mismo sendero de virtuosismo de los inversores que inundaron el country Nordelta. Entre otros apellidos ilustres, se cuenta la familia del expulsado lavador del narcotráfico colombiano, Ignacio Álvarez Mayendorff.

El día que Massa realice un censo en Nordelta se asombrará por la cantidad de autos de alta gama manejados por solícitas damas colombianas, esposas de señores inversores que llegan al país “sin procesos pendientes con la justicia”.

Al parecer son todos empresarios.

Así se presentaba en Alemania, Juan David Naranjo Trujillo –el hermano del general Naranjo- antes de ser apresado el 27 de abril de 2006 con 37 kilos de cocaína para comerciar en Colonia. Los dos contactos de Juan David eran en verdad agentes de la policía alemana, que lo tentaron con un viaje a la bonanza instantánea pero terminó en la cárcel condenado a siete años por narco.

“Se trata de una tragedia familiar”, explicó el general Naranjo sobre su hermano descarriado.

Juan David cumplió la tercera parte de su condena en la prisión de Offenburg y hoy goza de su libertad.

Hace tres años, Daniel Rendón Herrera, un jefe paramilitar colombiano conocido como “Don Mario”, afirmó que en el 2004 el general Naranjo se encontró con el narcotraficante y también paramilitar líder de Los Centauros, Miguel Arroyave justo antes de que fuera asesinado.

Diego Alberto Ruiz Arroyave, el primo de Miguel, cumplió una pena de siete años de cárcel que le impuso un tribunal de Houston, Texas, por contactar a personajes de la Mafia Rusa para comprar armas pesadas para las Autodefensas.

“El Primo” llegó a Colombia en mayo de 2013 donde se lo juzgó por distintos crímenes vinculados al narcotráfico y al sicariato.

Asuntos en los que el general Naranjo es un experto.-

Nota publicada en el diario Tiempo Argentino el 31 de enero de 2014

leyendadeltiempo.wordpress.com


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