Esto pinta mal. El Real Madrid vivió una noche aciaga en Rusia, ante el CSKA de Moscú, cayendo por 1-0 en Champions League. Con varios titulares fuera del once (algunos en Madrid) y con su otrora gran estrella Cristiano Ronaldo viendo el partido desde su mansión de Turín (o quizás vio a su actual equipo, la Juventus), el Real estuvo flojo, y salió derrotado contra un equipo novato pero lleno de ilusión.
Inicio pusilánime
Salió el Madrid al campo como un equipo de segunda que debutara, precisamente, en su gran estadio Santiago Bernabeu. Asustado, amortajado. Y no es la primera vez. Es un mal que se repite. En Sevilla costó tres goles en la primera parte. En el derbi contra el Atleti, sólo varias intervenciones magistrales de Courtois evitaron la sorpresa. Pero anoche pasó lo que tenía que pasar.
El gol ruso llegó muy pronto, obra de Vlasic en el minuto 2, tras error de Kroos. El resto del partido fue un quiero y no puedo del Real Madrid, sin capacidad para penetrar la portería de Akinfeev. El Madrid podría excusarse en los tres palos que el balón encontró anoche, pero sería una excusa de mal pagador. La realidad es que volvió el juego plano, lento, sin ideas, a rachas, y triste, muy triste. Parecía que al Madrid le hubieran robado la novia en Moscú y anduviera chocando, borracho, con las farolas, amenazando caerse al río Moscova en cualquier momento. Una sombra del equipo de hace quince días.
Tres partidos sin marcar
Algo inaudito en el Real Madrid en los últimos años. Tenemos que remontarnos a la temporada 2006-2007, con Capello al frente del equipo, para encontrar una racha igual. Un peso insoportable para un equipo que había hecho del gol, y no del juego preciosista, su principal sello. Un equipo que se vanagloriaba de tener en sus filas al mejor goleador de la historia. Un equipo que se jactaba de que podía tener la pelota, pero también defenderse y contragolpear; pasar en corto o pasar en largo. Un equipo que castigaba los errores del rival con sucesiones de goles. Un equipo seguro de que, antes o después, llegaría su momento.
Todo lo contrario a lo que vimos ayer. A este equipo le falta un nueve, un delantero que huela el gol, un hombre que no se preocupe por otra cosa que por irse a dormir con un tanto más en su casillero personal. Un tío que eche humo, al que le importe un higo el juego y sólo quiera ganar por encima de todo. O sea, Cristiano.
Pero como Ronaldo no va a volver, el Madrid necesita, pero ya mismo, plantearse seriamente que Mariano sea titular todos los partidos y Benzema en ninguno. Mariano es lo más parecido a CR7 que el Madrid tiene, si es que una linterna puede parecerse al sol. Pero Benzema es un espejo. No brilla si no lo apuntan con una fuente de luz. Es lo que hay. Benzema no asusta. No asusta ni a un niño. Juega bien y todo eso. Pero no es un goleador. Nunca lo será.
La posesión no sirve
Lopetegui tiene que aprender del peor Barça de los últimos años. Tiene que aprender del desastre de Martino, de la marcha de Guardiola, de Barça de Roma y otros por el estilo. Tiene que aprender del Mundial de Rusia que hizo nuestra selección. La posesión no sirve para nada por sí sola. Es un mantra gastado, un bulo de propaganda nazi o stalinista, un dogma hippie y noches de fumar hierba. Es la fe de los periodistas cincuentones que no se comieron una rosca con las jovencitas y se consuelan con la posesión del balón como sucedáneo del cuerpo femenino.
Lo que vale es el gol. Punto. Que no te lo hagan. Y que tú lo hagas. Cuantos más mejor. Y para ello hay dos fórmulas maestras: atacar como descosidos y tener a los mejores en tu equipo. En última esencia, hacer un gol más que el rival. Da igual si te hacen cinco, porque tú haces seis y ganas. Y de paso, diviertes al personal.
Pero anoche el Madrid tuvo el 70% de posesión, y no marcó ningún gol. Y lo peor es que no dio sensación de remontar en ningún momento, a pesar de los palos que dio. Le dimos al CSKA la épica que buscaba. Afianzamos su proyecto. Les escribimos el guión perfecto. Fuimos los convidados de piedra en la bacanal rusa.
Rascarse el bolsillo o tirar el próximo lustro
Está claro para muchos que el Madrid se equivocó en verano. Cierto que su entrenador y su gran estrella salieron por peteneras sin avisar y con muy poca vergüenza, dejando al club tirados a la primera de cambio y demostrando muy poca preocupación por el estado de cosas que dejaban; pero no es menos cierto que el club respondió con dudas y tarde. Exactamente lo que no podía hacer.
Primero el lío de Lopetegui. Que si sí, que si no. La Federación y Rubiales (que no tiene pelo, ni rubio ni moreno). Que si tú empezaste, que si empezaste tú…
Luego los fichajes. Que si no hacen falta, pero si sale algo bueno, bonito y barato… Al final que sí, que fichamos a Mariano a última hora porque el entrenador insiste. Que los demás son todos muy caros y no son Cristiano Ronaldo.
Un despropósito de principio a fin, visto lo visto anoche en Luzhniki. El Madrid sí necesitaba un nueve de categoría mundial. Está claro que ninguno sería CR7. Pero tampoco sería Benzema. Juzguen ustedes.
Y está claro que poner sobre los hombros de Asensio y Lucas Vázquez el paso del equipo es una locura. No son Cristiano, pero tampoco son Bale, al que por cierto no se puede convertir en nueva piedra angular del club, porque se lesiona cada temporada las veces justas para no ser la estrella del escudo.
También hacía falta, por cierto, un lateral izquierdo. Pero Florentino dijo que no. Y anoche jugó un juvenil que jamás había jugado en Champions. No fue culpa suya la derrota, pero tampoco se le recordará por este partido. Plano, como los demás.
Reaccionar ya
El futuro se fragua en el presente. Si el Madrid no reacciona ya en la confección de su plantilla, y lo hace con acierto y ambición, puede estar seguro de que no sólo no ganará la cuarta Champions seguida, sino que pasará una larga temporada “a la sombra”, penando sus crímenes, el principal de los cuales ha sido comportarse como un equipo pequeño, timorato y rácano, en el momento más crítico de su historia reciente.
No fue así como Florentino comenzó a escribir su leyenda. Ojalá lo entienda a tiempo y rectifique. Pero eso será la próxima temporada, porque ésta, amigos míos, no tiene arreglo posible.