Título original:
The Water Diviner
Año:
2014
Fecha de estreno:
24 de Abril de 2015
Duración:
111 min
País:
Australia, Turquía, Estados Unidos
Director:
Russell Crowe
Reparto:
Russell Crowe, Olga Kurylenko, Ryan Corr, Jai Courtney, Cem Yilmaz, Dylan Georgiades
Distribuidora:
eOne Films
Las películas ambientadas en otra época suelen contar con el handicap de tener que buscar algo que interese lo suficiente al espectador como para que este sea capaz de creerse esa recreación del pasado, que ya queda distante para la gente que se sienta en las butacas del cine. Los conflictos bélicos son la excusa perfecta para contar una historia en otro momento histórico, llegando a crear obras íntimas como La delgada línea roja a partir de eventos que realmente tuvieron lugar y a los que se les puede sacar un gran provecho si se sabe cómo. Pero El maestro del agua no consigue dar con esa tecla y el resultado es un drama soporífero con algunos tintes de grandeza y un escaso interés por la trama paterno-filial, de la cual se pueden prever bastantes elementos desde el momento en el que se plantea al comienzo del metraje.
Russell Crowe debuta como director en este drama que muestra la búsqueda de un padre de los restos de sus hijos tras la fatídica batalla de Galípoli, que enfrentó entre otros a los turcos y australianos en el marco de la I Guerra Mundial. Lo más interesante es cómo el protagonista pierde todo el sentido de su vida y va en busca de aquello que todavía le ata a ella, ese remordimiento por el papel que pudo haber jugado él a la hora de que sus hijos decidieran partir a un destino que muy probablemente no contaría con un regreso a casa. Al optar por contar la historia de post-guerra se pierde la intensidad del conflicto bélico, aunque se nos muestre el campo de batalla en varias ocasiones, pero son tan aisladas que al compaginarse con la pausada travesía del padre pierden bastante impacto. La historia de los hermanos gana más en esos flashbacks en el calor de la guerra que en los saltos a su infancia, que tratan de ser demasiado épicos para establecer la relación padre-hijo, pero que precisamente por mostrar situaciones tan grandilocuentes como la tormenta de arena pierden poder emocional al ser menos creíbles que sucesos más íntimos.
Todo gira alrededor de Russel Crowe, absolutamente todo. Tal es la fuerza gravitatoria alrededor del director y protagonista que la película acaba con un primer plano suyo, aunque tanto cariño propio no quede reflejado en la calidad de la dirección. La película no demuestra una personalidad característica ni te genera el interés suficiente como para salir del cine preguntándote por qué Crowe ha tardado 50 años en dirigir por primera vez. En cuanto a la historia en sí, dejando de lado que era bastante previsible el gran descubrimiento del guión, un tema interesante es cómo individuos que se vieron enfrentados en una guerra que ellos mismos no decidieron empezar colaboran para que el impacto posterior sea el menor posible. La humanidad de esos personajes está bien construida, demasiado edulcorada por momentos y no se desarrolla demasiado en detrimento del lucimiento de Crowe, pero da pie a reflexionar sobre qué ocurre después de un conflicto causado por humanos en el que han muerto millones de personas inútilmente.
Ponerle cara a esas víctimas resulta efectivo, pero desgraciadamente la película se va desviando poco a poco de su objetivo inicial y la trama de Olga Kurylenko gana demasiado peso, eclipsando a aquello que podía haber resultado en una ópera prima notable. Por lo que finalmente todo se queda en un drama disperso que no encuentra su lugar y con el que cuesta conectar debido a excesos musicales y situaciones demasiado dilatadas que tratan de apelar directamente, pero que generan rechazo al resultar en general muy forzado y carente de un estilo distintivo.
4/10