Alfred Hitchcock es probablemente uno de los directores más reverenciados del séptimo arte.
Es difícil escribir algo sobre él sin tener la sensación de estar repitiendo lo que ya todo el mundo sabe, o por lo menos lo que todos deberían saber, sobre un hombre que prácticamente creó un estilo cinematográfico e inspiró a una generación de nuevos cineastas. No me voy a alargar más en descripciones del genio pero sí hablar de un aspecto peculiar de sus filmes, de sobra conocido por todos.
Una de las marcas de identidad en las películas de Hitchcock era precisamente los cameos que él mismo protagonizaba. Según el propio Hitchcock comentó, todo comenzó cuando el director se prestó a cubrir un papel como extra en una escena que precisaba de más gente de la que había en el plató, en la película El enemigo de las rubias (1926). Desde ese momento se convirtió en una suerte de sello personal, algo que le gustaba a él y al público que acudía a sus proyecciones.
En sus primeras películas no era fácil encontrarlo, ya que se escondía entre multitudes y nunca hacía nada que llamara la atención, pero a medida que su fama fue creciendo, sus cameos fueron más visibles y llamativos. Llegaron a ser tan famosos, que en sus siguientes películas la genial idea se le volvió en contra, haciendo que muchos espectadores estuviesen más pendientes del momento en que el director aparecía en escena que de la trama de la película. Para evitar esto, comenzó a realizar los cameos durante los primeros minutos para que los espectadores no se entretuvieran buscándolo a lo largo de la película y pudieran centrarse en el argumento.
A continuación, algunos de los cameos del maestro del suspense.
Puedes ver aquí todas las escenas de sus cameos