El maestro jardinero, Schrader insiste en la redención a través del amor

Por Alejandro Pereira Soto

“La jardinería consiste en moldear la naturaleza”. Esta es una frase que repite Narvel (Joel Egerton) a lo largo de la película. ¿Se puede modificar la naturaleza humana de una persona? ¿Se puede dejar atrás el pasado? Las películas de Paul Schrader acostumbran a plantear más preguntas que respuestas. Sus tres últimos largometrajes: El reverendo (2017), El contador de cartas (2021) y El maestro jardinero (2022) apuntan en una misma dirección: ¿Es posible la redención? El maestro jardinero, Schrader insiste en la redención a través del amor Con una sutileza digna del mejor trabajo de orfebrería, Paul Schrader compone plano a plano una película sólida y contundente. A través de El maestro jardinero seguimos a un hombre que se dedica a cuidar el jardín de una familia adinerada. Su obsesión por las plantas y la naturaleza en sí misma tienen al espectador embelesado hasta que, como un goteo constante, su oscuro pasado hace acto de presencia en pantalla. Joel Egerton encarna a un personaje con una vida aparentemente armoniosa en busca de redención. Un hombre que trata de moldear su naturaleza como hace con el jardín en el que trabaja. El maestro jardinero, Schrader insiste en la redención a través del amor Una inesperada propuesta de la propietaria (Sigourney Weaver) será lo que alterare el status quo del protagonista, obligándolo a revisitar ese pasado del que tanto desea huir. Y es que, a veces, es necesario dar un paso atrás para dar dos hacia delante. Una chica, la nieta-sobrina de la propietaria, se une al equipo de jardinería de la propiedad. Narvel pronto descubrirá de qué pie cojea y le tenderá la mano para evitar que se hunda en un pozo demasiado oscuro y profundo. Él quiere modificar la naturaleza de la muchacha tal y como desea cambiar la suya. En esta ocasión Paul Schrader repite el patrón de El contador de cartas o El reverendo, colocando a una persona externa, casi igual de “jodida” que el protagonista, para recordarle su pasado, empujarle a actuar y observar lo que sucede. La puesta en escena es milimétrica, los planos están compuestos con escuadra y cartabón y la simetría es el late motiv de una cinta que se asemeja a un jardín francés. El maestro jardinero, Schrader insiste en la redención a través del amor
¿Es capaz el amor de redimir a la persona? El maestro jardinero es una película inmensa en su pequeñez, certera en su incertidumbre, moderada en su incorrección. Es una muestra de las continuas contradicciones que nos rodean y logra que el espectador salga de la sala con cierto desazón propio del que juega sin saberse del todo las reglas de una vida, por momentos, incomprensible.