Revista Cultura y Ocio
El maestro y Margarita es sin duda una de las obras cumbre de la literatura universal, pero, a diferencia de las que ostentan este estatus, ha pasado un tanto desapercibida para la historia, quizá porque no vio la luz hasta 1966. La obra maestra del dramaturgo Bulgákov nos presenta tres historias que se funden e interactúan constantemente: -La primera es la historia de Poncio Pilatos y Joshuá. Se trata de una novela dentro de la novela, pues ha sido escrita por uno de los personajes, el maestro, y narra el prendimiento y sentencia del preso Joshuá, un personaje sin ningún rasgo de divinidad que predica el libre pensamiento en contraposición a las ideas dominantes, las provenientes de la tiranía del imperio romano. Pilatos, lograda metáfora de Stalin, duda varias veces antes de dictar sentencia, aunque finalmente ajusticia al preso, que será crucificado. En esta pequeña novela dentro de la novela (dividida en varios capítulos a lo largo del libro) el color rojo, tan simbólico para el comunismo, está constantemente presente, reforzando así la idea metafórica que planea sobre toda la obra. De hecho, en todas las ediciones del libro, la portada tiene algún motivo rojo.-La segunda es la historia de Satán, que bajo la forma de Voland, un profesor de ciencias ocultas, alterará, junto a su séquito, la tranquila vida de Moscú. Voland merodea por la ciudad sembrando el caos y termina provocando que unos cuantos conocidos personajes moscovitas den con sus huesos en el manicomino, donde también se encuentra encerrado el maestro tras haber sido denunciado por un crítico literario como autor del polémico manuscrito de Pilatos. Paradójicamente, al final del libro, lo que parecía un desastre, termina por funcionar en la ciudad de Moscú, demostrando así que el bien y el mal necesitan coexistir para generar el necesario equilibro universal que toda sociedad precisa. -La tercera es la historia de amor entre el maestro y Margarita. Gracias a que la joven colabora con Voland, cuando éste se lo pide, Satán le concede un deseo, el que ella pida. Tras requerir la liberación de Frida, una esclava de Voland que vaga penitente, y ver que ese favor no le puede ser concedido, elige la liberación del maestro, su amado, y por fin consiguen juntarse en el sótano que compartían. Allí Margarita leerá el manuscrito de Pilatos, que alcanzará entonces su último fragmento, centrado en la mala conciencia del procurador. La novela es una muy libre rareza que pretendía dejar al desnudo las anomalías del régimen stalinista en los años cuarenta. Bulgákov consigue enlazar con maestría dos mil años de historia con el entonces tiempo presente, para demostrar que la naturaleza del hombre sigue inmutable y que los tiempos sólo cambian en esencia. De hecho, establece un constante paralelismo entre las ciudades de Moscú y Jerusalén (Jershalaim); entre su calor en verano, entre su sol y su luna, entre su sociedad y sus estamentos de poder... identificando claramente la figura del dictador, Stalin, con la de César del Imperio. Es más, podríamos entender toda la narración como la interpretación de un relato bíblico que apela a los buenos sentimientos (como la misericordia), y que alcanza su cénit cuando Margarita le pide a Voland que libere a la pobre Frida, antes de preguntar por su maestro. La originalidad de la obra no ofrece ninguna duda, la valentía de su autor, que empleó media vida en construirla, tampoco. La obra se publicó finalmente en 1966, veintidós años después de la muerte de Bulgákov, y se muestra hoy como un ejemplo de libertad. Es decir, Bulgákov parece decirle al mundo, a los lectores, a los escritores que aún estaban por venir: “si creeís en vuestra idea, llevadla a cabo, porque la obra quedara ahí, y algún día llegará”. Y así, en el año 2012, ha conseguido impresionar a este humilde lector, que también escribe... y lo hace pensando que sin riesgo, no hay hallazgos… El maestro y Margarita, Mijaíl Bulgákov, DeBolsillo, 2011