Estos tres conceptos quedaron en mi mente tras ver ayer con los nenes y mi marido, en el teatro, una versión libre de "El Mago de Oz". Sin palabras, narrada con la música, la danza, los efectos y los actores, pura magia escénica y poesía visual.
Casi hacia el final, "El Mago de Oz" da a cada uno de los protagonistas lo que anhela: al hombre de hojalata un corazón, la capacidad de amar, la capacidad de sentir; al espantapájaros un cerebro, la capacidad de raciocinio, la capacidad intelectual; y al león el valor de liberarse de sus cadenas que le mantenían preso. Con eso me quedé: con la razón, con el corazón y con la libertad. Con la idea de que estas tres capacidades son fundamentales en la estructura de cualquier persona y de que tan importante es cuidar una de ellas como la otra.
Me pareció que cada uno de estos personajes representaba una parte de un ser humano y de que para estar "completos" necesitamos un equilibrio entre ellas: para poder ver un hecho desde la razón, escuchando lo que genera a nuestros sentimientos y actuando desde una verdadera libertad individual.
Y es que en ocasiones, he visto u oído a padres que en su afán de dar a sus hijos "lo mejor" se han centrado en cultivar la parte de la razón, en la intelectual, en abastecerlos de actividades dirigidas a llenar la cabeza de conceptos, presionados por los baremos escolares, afanados en que sus nenes sean los primeros de la clase, llenando el tiempo libre de ocio relacionado con la educación formal y estructurada,... O incluso, ¿no os habéis encontrado a personas que aparentemente sólo se mueven desde la razón, analizando todo al detalle y centrados en los argumentos racionales?
En otros momentos, he estado con padres que no han valorado para nada la parte del corazón, que han abandonado la parte sentimental en sus relaciones, que no han podido poner nombre a muchos de los sentimientos por desconocerlos o por no haberlos sentido, que han explicado a sus hijos que mostrar los sentimientos es su signo de debilidad, que no han permitido o incluso han ignorado ciertas expresiones de llanto o rabia por no saber todo lo que expresaban... O incluso, vosotros mismos ¿no habéis reprimido en alguna ocasión el llanto o el enfado por la convención social?
Creo que siempre, ronda en mi mente la tercera parte de la libertad puesto que creo que todos vamos o deberíamos ir buscando nuestro propio espacio, nuestro propio lugar libre de interferencias, nuestro propio valor para enfrentarnos a ciertas situaciones... Aún más complicado: ofrecerles a nuestros pequeños su propia libertad, dentro de un marco general y social de represiones, bajo las limitaciones de nuestro caracter. ¡Complicado, aún más complicado!
Pero: ¿no deberemos ser nosotros unos Magos de Oz con nuestros hijos? ¿No deberemos intentar que desplieguen sus cualidades en cada uno de estos aspectos (razón, corazón y libertad)? ¿No deberemos cuidar con igual mimo y cariño cada uno de estos baluartes? ¿No deberemos encontrar ese equilibrio para nosotros y para ellos reconociendo su importancia, digan lo que digan y hagan lo que hagan los demás?
¿No deberemos reconocer que somos una razón y un corazón buscando nuestra propia libertad?
Y también os/me dejo para pensar: ¿quién en algún momento no ha descuidado alguno de estos aspectos en su propia vida o en la de sus hijos...?, ¿quién ha sabido conjugar a la perfección esos tres elementos?, ¿quién no se ha enfrentado a alguna situación complicada solo desde la razón anulando el sentimiento?, ¿quién no se ha dejado llevar por un sentimiento (como la rabia o los celos) sin poner algo de razón?
Recordad: "Aquello que no seamos capaces de encontrar en nosotros mismos, no lo hallaremos en ningún lugar".