Revista Asia
Ocurrió hace dos años. Sin duda, uno de los escándalos más sonados en la diplomacia surcoreana relacionados con los refugiados norcoreanos. Se combinaba la mala educación de los administrativos inconscientes y la pasividad de los delegados en un escenario fuera de la península. En este caso, Tailandia. Cada cierto tiempo, las funcionarias de la embajada debían visitar el centro de internamiento de Bangkok para informar a Seúl como estaban los desertores norcoreanos en las celdas de forma provisional. Algunos permanecían semanas o incluso meses, dependiendo de la entrada de los norcoreanos por el aeropuerto de Incheon. Pero el caso fue que dos trabajadoras de una edad que no llegaban al treinta, perversas de carácter, injuriaba a los norcoreanos de manera más denuesta posible.
Se oían frases como: "¿Para que vienes hasta este país?, "En Corea del Sur, no hay sitio para escorias como vosotros", "Espero que te pudras en la cárcel y que no te pueda ver jamás", etc. En un país donde la moralidad y la ética se inculcan en cada rincón de la esfera privada, la funcionaria empezaba a utilizar un lenguaje informal hacia personas que doblaban la edad. "Eh, tú. ¿Acaso no sabes ni escribir correctamente una frase?". Adultos y ancianos no hacían más que aguantar semejante humillación mientras que se comentaban si el habla de los surcoreanos era así de degradantes. Si alguien caía enfermo en la celda, ni siquiera preguntaba por el estado de la paciente. Se apuraban demasiado para marcharse de ese centro.
Entonces llegaron las cartas de queja dirigiéndose hacia la embajada de Corea del Sur pero no hubo alguna respuesta. El escándalo salió en todos los periódicos y los medios del país. Entonces la pasividad de los delegados parecía desaparecer pero sin solución agradable. Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, decían que el mal comportamiento de las funcionarias era exagerado. Dicha declaración hizo que el enfado de la opinión pública de Corea del Sur aumentara más que las problemáticas fueron despedidas de forma silenciosa y enviadas de nuevo a Seúl. Y se calmó de repente. Aunque hay personas que aún no consiguen olvidar de aquellos días. Sobre todo quienes han oído de primera mano los improperios.
Imagen de Donga Ilbo
Nota: La imagen superior es una de las cartas enviadas a la embajada de Corea del Sur en Bangkok. En una de las frases dice: "Me duele mucho oír insultos y que digan que somos unos animales cuando hemos sufrido para venir hasta aquí durante días". El diario de Corea del Norte