Revista Educación

El mal siempre acecha

Por Siempreenmedio @Siempreblog
El mal siempre acecha

Estoy siguiendo la nueva serie de la saga de los anillos y me están pasando varias cosas. Una, que no me acuerdo de quién es quién y he tenido que empezar de nuevo toda la castaña (perdón, la saga), primero, del Hobbit, y luego, del Señor de los Anillos. Que tanto Eregon, Indulsur y Talmendir me trae por la calle de la amargura. ¿Cómo me voy a enterar de la relevancia del personaje si no me acuerdo ni de su nombre? Total, que ahí ando.

Y dos: que hay escenas de la nueva serie que no puedo ver (de las películas también, pero noto que el realismo de la nueva serie es más terrorífico). Me tengo que levantar y cambiar de habitación hasta que pasa la evisceración, atravesamiento, acuchillamiento, asesinato cruel y demás escenas sangrientas y devastadoras que no hacen más que recordarme a la primera y la segunda guerras mundiales. Por eso no puedo ver pelis de guerras (ni de las antiguas ni de las modernas, no puedo). No puedo ver batallas. No puedo ver bombardeos. No puedo ver cómo le quitan la vida a un ser humano, aunque sepa que es ficción, porque sé que en algún sitio del mundo, en alguna de las 57 guerras activa s que hay en el planeta (eso, que sepamos) se comenten masacres aún más terribles que las de las películas.

El mensaje de estas series y películas es descorazonador. No importa cuantas veces la luz venza a la oscuridad. No importa cuántas vidas sacrifiques para defender los derechos más básicos... el mal, nosotros, nuestro lado más oscuro, tenebroso y generador de odio, siempre acecha. Se repliega cuando ve que se le arrincona, pero, cuando la memoria se ablanda y las siguientes generaciones van olvidando las partes más espeluznantes de la historia, o las van reescribiendo, destruyendo o adornando a su gusto hasta deformarlas por completo... ahí vuelve el mal, al ataque, imponiendo su falsa moral, atacando los derechos más básicos, desviando la atención con falacias y mentiras para hacernos dudar, para hacernos odiar.

Si te dicen que debes odiar, sea por el motivo que sea, no te fíes.

El mal siempre acecha.


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