Revista Educación

El malo, el mediocre y el interesado

Por Siempreenmedio @Siempreblog
El malo, el mediocre y el interesado

Carl Bernstein (izquierda) y Bob Woodward.

Bob Woodward, uno de los periodistas que destaparon el Watergate y premio Pulitzer en 1973, recibió un día una llamada para que participara en un debate televisivo sobre el Consejo de Seguridad de la ONU. Como no había investigado sobre el tema, declinó la invitación. Es algo que él mismo cuenta en una entrevista concedida a Le Monde Magazine durante su disertación sobre la cantidad de periodistas que acude a debates en TV para ofrecer a los ciudadanos una visión rápida, poco profunda, carente de contenido y repleta de demagogia barata sobre cualquier tema del que desconocen casi todo.  ”Las televisiones ofrecen un diluvio de palabras sin sustancia”, dice Woodard. También afirma: “El sistema vive obsesionado por la velocidad y la obligación de responder a una supuesta impaciencia del público, cuando lo que necesita este mundo complejo es un periodismo de calidad, que exige trabajo y profundidad”. Hace poco, Gay Talese, inventor del nuevo periodismo, reivindicaba lo mismo en otra entrevista.

El buen periodismo tiene que encontrar un camino para sobrevivir. Si sigue por el que va, acabará eclipsado por el malo, el mediocre y el interesado. Que los periodistas acudan a los debates televisivos para dar su opinión, para mí, se queda corto. El periodista, para dar calidad a su profesión, debería aparecer en los debates cuando sabe de lo que va a hablar, cuando ha investigado mucho, cuando puede ofrecer a la audiencia algo más que lo que puede aportar cualquier ciudadano. Nunca olvidaré aquella vez en la que, en un debate en televisión, un ‘periodista’ dijo algo así como: el Gobierno debería apostar más por las energías alternativas y no lo ha hecho. Sigue apostando por el turismo y la construcción. Es el resumen de lo que fue toda su intervención. Lo podría haber dicho hasta un niño de EGB. Si es eso lo que podemos dar los periodistas hoy en día, la profesión está condenada.


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