Texto original escrito por Ana. Sígueme en Twitter.
Les comparto un cuento de Diego Jiménez con ilustraciones de Sonia Sanz.
“Un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, de un país cualquiera, nació una niña preciosa. Sus maravillosos ojos lo miraban todo con curiosidad.
Cuando empezó a caminar por la ciudad la dijeron que para ser guapa había que llevar vestidos bonitos. Y dejó de sentirse guapa si no llevaba un lindo vestido.
Y la dijeron que si cambiaba el color de su piel sería más guapa y la enseñaron a maquillarse. Y dejo de sentirse guapa si no iba maquillada.
La dijeron que para ser guapa tenía que ser más alta y se puso, y sufrió, sus primeros tacones. Y se sentía bajita y enana si no llevaba tacones.
La dijeron que para ser guapa tenía que ser delgada. Ya nunca pudo comer lo que le gustaba sin sentirse culpable.
Y la dijeron, que su pelo. Y la dijeron, que su cintura. Y la dijeron, que su pecho.
Hasta que aquella niña se sentía tan fea, que todos los días necesitaba hacer grandes sacrificios para sentirse un poco más guapa.
Terminó por estropearse la piel maquillándose a diario, destrozarse los pies, al llevar tacones muchas horas, desnutrirse, al mantenerse extremadamente delgada.
La habían enseñado a no quererse como era, a necesitar cientos de añadidos ortopédicos para ser digna de los demás.
Hasta que empezó a temer que los demás descubrieran como era ella en realidad. Y sintiéndose fea se enamoró de un chico que la trataba como si ella no fuera digna de él. Y a ella… ¡le pareció normal!
Y sintiéndose así, fea, sin aceptarse a sí misma, permitió que la maltrataran.
No olvides nunca que la verdadera belleza es una actitud. Y que eres increíblemente preciosa cuando eres autentica.”
La gran mayoría de nosotros, sobre todo las mujeres, experimentamos este maltrato sutil desde la infancia. Proviene de nuestras personas más cercanas, de la escuela, de las amigas. Crece dentro de nosotras la sensación de no ser suficientes. De que nuestra apariencia es imperfecta. De que solo si alcanzamos cierto ideal seremos aceptadas, amadas, reconocidas.
En la edad adulta reproducimos este maltrato criticando a las mujeres cercanas a nosotras, envidiándolas. Involucrándonos en conductas que atentan contra nuestra salud física y emocional. Lastimando a nuestras propias hijas.
Pongamos un alto a esta forma de maltrato, de discriminación. Hoy reconoce que la belleza no corresponde a una forma, un peso, una talla, un color de piel, una estatura en específico. La belleza es armonía, es alegría, es diversidad.
Acéptate hoy, reconoce que eres suficiente, que ERES. Trátate con amor y trata con amor a las mujeres de tu vida.
Empieza a reconciliarte con tu cuerpo y amarlo por lo que es. Te sugiero leer:
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