El mandato divino (La isla)

Viajo rumbo a alguna isla que esté desierta,

donde solo arena y las palmeras sean mi compañía,

un lugar lejos, respirable, cosechable, sin ningún desechable.

Un sitio en el mar que me despierta,

con un suspiro o mirada, la pérdida de mi cordura,

lo busco en mi soledad, con solo algunas pertenencias, entre ellas,

una foto, que enfoca la bipolaridad de mi ser. Locura, ¿Cordura?

Algo cambia, la isla no es lo que espero

algún desespero me hizo elegir mal

pero debo aterrizar, tal vez sea lo ideal.

No la conozco y ya la juzgo, como dicen algunas personas

mis expectativas no se cumplirán.

Decido arriesgarme llegar y vivir.

Pero, ¿Mis expectativas?

¿Cuáles son mis expectativas?

La verdad nunca lo he pensado.

He divagado, enlistado, deseado y eso, si eso,

ya es una orden, una ley de vida que simplemente elegí.

¿Vivir?, solo sobrevivir a un mandato propio.

Al llegar solo hay soledad, el mundo conmigo. El silencio es bastante ruidoso,

desesperando, comenzando a invadir mi cerebro. ¿Qué hago?

Al escuchar esa mudez del exterior, me habla, es mi conciencia.

La escucho, ¿Qué dice?

Batian Artem (Fogata)

Al oírla, decido actuar, transformar mi propio yo.

Alejarme de los mandatos ajenos y las expectativas que no creé.

Las habían escrito en mi, esperando o buscando algo.

Ahora decido prender fuego a una fogata,

quemo el mandato antiguo y construyendo ladrillo por ladrillo mi ser,

un mundo de fantasía, una isla.

Ya no esta en silencio, todo lo que deseo comienza a aparecer poco a poco.

El mandato divino, mi nueva vida.

La foto, si la foto es de ella, perdí la cabeza, pero se esfumó,

Alguna vez perfumó mi cuerpo y mi olfato, solo tenía su olor a belleza.

Ya no está, se fue, acabo de quemar su recuerdo,

un mandato impuesto, que no me pertenecía.

Juan Sebastián López

(Batian Artem)

Ph: Juan Sebastián López