Revista Moda

El manjar de la Ría

Publicado el 26 octubre 2025 por Alvaro @lepetitshowroom

Cuando el paladar busca la quintaesencia del sabor marino, la ruta conduce inevitablemente a la costa gallega, un epicentro gastronómico donde la frescura del producto es ley. En esta región, la cultura del marisco alcanza su máxima expresión, y la venta de camarones Sanxenxo es un claro ejemplo de por qué esta zona es reverenciada por chefs y aficionados por igual. El camarón, este pequeño crustáceo, es un auténtico manjar de la Ría; no es solo un ingrediente, sino un concentrado de la esencia atlántica, una explosión de sabor que encapsula la pureza de sus aguas frías. Abordar su consumo es participar en una tradición de gastronomía local que prioriza la calidad y la frescura por encima de cualquier otra consideración.

La diferencia entre un camarón de calidad gourmet y uno de cultivo o de procedencia dudosa es abismal, y se percibe desde el primer bocado. La calidad y la frescura del marisco de la zona se deben a las características únicas de las rías gallegas: la mezcla constante de agua dulce y salada, las mareas vivas y la riqueza de nutrientes hacen que el camarón local, a menudo de mayor tamaño que sus primos costeros, desarrolle una textura firme, crujiente y una dulzura natural inigualable. El camarón de la ría se distingue por sus antenas largas y delgadas, y por su cuerpo casi transparente cuando está crudo, un signo inequívoco de su procedencia y vitalidad. Su sabor fresco no necesita enmascararse; es sutilmente dulce con un toque salino, lo que lo convierte en un producto delicadeza

El ciclo de vida y la pesca selectiva dictan las épocas de mayor esplendor de este producto. Aunque el camarón puede encontrarse durante todo el año, tradicionalmente su mejor momento se sitúa en los meses de invierno y principios de primavera, cuando el agua está más fría y el animal ha acumulado más grasa y sabor. La pesca, a menudo nocturna y con métodos artesanales de nasa o tramallo, garantiza que el producto llegue a la lonja o al punto de venta con una frescura máxima, a pocas horas de haber sido capturado. Un verdadero especialista en marisco sabe cuándo la temporada es óptima y solo ofrecerá el género en su mejor momento, honrando la tradición y la calidad.

La preparación de este tesoro marino es un ejercicio de minimalismo culinario, donde la sencillez magnifica el sabor natural. Hay dos formas más exquisitas de prepararlo que dominan la tradición. La primera, y la más pura, es simplemente cocidos. Para esto, se utiliza agua muy salada (a menudo con la adición de una hoja de laurel) llevada a ebullición. Los camarones se introducen vivos y se cuecen durante apenas dos o tres minutos, hasta que adquieren un color rosado brillante. El secreto es enfriarlos inmediatamente en agua con hielo y sal para cortar la cocción y mantener esa textura crujiente y firme que los caracteriza. Es una preparación donde la única protagonista es la delicadeza de la carne.

La segunda opción, no menos popular, es a la plancha. Esta técnica requiere una plancha muy caliente y un golpe rápido de calor, utilizando apenas una pizca de sal marina gruesa. El objetivo es caramelizar ligeramente la cáscara y sellar los jugos internos sin cocer demasiado la carne. El resultado es un bocado jugoso con el aroma tostado que proporciona la plancha, ideal para acompañar con un vino blanco de la región, como un Albariño frío, cuya acidez limpia el paladar y potencia el sabor salino del marisco. Ambas preparaciones son un homenaje a la frescura y a la calidad intrínseca del producto.

Disfrutar de este producto gourmet es un lujo accesible que conecta al comensal con la inmensidad del Océano Atlántico y el respeto de los marineros gallegos por su fuente de vida. La exquisitez del camarón de la ría es un placer culinario que todo buen sibarita debería experimentar al menos una vez.


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