Joseph, contratado para una cabalgata de la noche de Reyes como Baltasar, el rey Mago negro, es mantero y vende discos piratas por las calles.
Ramoncín, Rey del Pollo Frito y uno de los portavoces de la Sociedad General de Autores (SGAE), pide cárcel para los mafiosos que piratean discos, mientras organiza conciertos solidarios para los inmigrantes sin papeles. Pero la mayoría de los vendedores de discos piratas son, precisamente, indocumentados.
Esperando compradores y temblando de frío, el nigeriano Joseph se justifica: “¿Qué mafias?... Somos seis compatriotas propietarios de las copiadoras y aún las estamos pagando. Cuando nos detienen se nos criminaliza hablando de mafias, pero somos los mismos cooperativistas pobres quienes producimos y vendemos en las calles”.
Ramoncín continúa: “Las autoridades no persiguen a estas mafias. No saben qué hacer con los vendedores que, para sobrevivir, seguramente robarían o atracarían. Prefieren que nos roben a nosotros”.
Algunos compositores expresan ya una rabia sorda contra sus patrocinados: “Damos la mano y nos la comen”, dice un humanitario, progresista y verde cantautor.
“En la SGAE empiezan a tener el corasón partío entre solidaridad y defensa de nuestros derechos. Y Ramoncín, Rey del Pollo Frito, va a recibir carbón por denunciar a su colega, el Rey Baltasar”, añade.
En la calle, un niño le dice a su madre que en estas fechas Joseph parece el Rey Baltasar. Aunque, rodeado de riqueza y muerto de frío, recuerda a “La pequeña vendedora de cerillas”, de Andersen.
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